De 20ºC en enero a 6ºC o menos a principios de febrero. De no poner la calefacción a hacerlo de forma masiva y eso tiene consecuencias. Los cambios de temperatura se dejan sentir en la demanda eléctrica y eso tiene consecuencias.
Ya se sabe… Cuando el invierno primavea, la primavera invernea, pero mientras a disfrutarlo. Exactamente hasta… El invierno no es pasado, mientras abril no ha terminado. Aunque, en realidad, todo el mundo sabe que… Frío en invierno y calor en verano, eso es lo sano. Por eso, con 20ºC en enero viniendo de una ola de frío y esperando a la siguiente no solo los termómetros se vuelven locos. También la de demanda de energía y especialmente la eléctrica. Oscila al igual que las temperaturas y las centrales deben de volverse locas para dar respuesta a las necesidades de los consumidores. Es decir, estar siempre disponibles para cuando haga falta. De repente todo el mundo la quiere para calentar las casas y, de golpe, se apagan cuando ya no hacen falta. Lo mismo que sucede con la iluminación justo en el momento en el que se hace de noche.
Efectivamente. Existe una gran variabilidad. Sobre todo, en el ámbito doméstico y hay un factor que lo determina. Depende muchísimo de la temperatura. Especialmente cuando se producen grandes cambios meteorológicos durante tres días de forma consecutiva. Sí, como suena y, aunque nadie se dé cuenta, se reconocerán ante la siguiente situación. Cuando empieza el frío casi que se agradece. Casi que produce un cierto alivio. Algo de respiro. El segundo día la mayoría de las personas todavía se resisten a poner la calefacción. ¡Un jersey y listo! A lo mejor se enciende ya un ratito, pero al tercero… ya no hay quien no la conecte. Además, lo normal es hacerlo todos de golpe. Lo mismo sucede con el aire acondicionado en verano. También cuando empieza de nuevo a hacer calor, pero al revés…
La primera jornada en la que empiezan a subir las temperaturas la gente no se acaba de fiar y sigue dejando la calefacción puesta; el segundo la empieza a quitar, especialmente en las horas centrales del día; y al tercero se le dice adiós definitivamente. Por tanto, la demanda eléctrica, y no tanto la industrial o empresarial dependen mucho de la temperatura. También el incremento de las temperaturas de estos días tiene consecuencias en el precio debido a la aportación de las renovables. A pesar de estar todavía en enero la producción de energía solar fotovoltaica se está empezando a dejar notar. Importante para la generación eléctrica, aunque hay que reconocer que es un auténtico desastre desde el punto de vista del cambio climático. Por el contrario, la aportación eólica es muy baja, por lo que al final se compensa. Es lo que tienen los anticiclones. Mayor inestabilidad.
Más sol a cambio de menos viento. Justo al contrario que cuando empiezan a entrar las borrascas especialmente por el noroeste de la península. Por este motivo, los precios todavía no son tan bajos como se espera que lo sean en unas semanas o meses. El futuro más inmediato si se habla de energía eléctrica viene con sorpresa y esa es una muy buena noticia. Por primera vez desde hace dos años se espera que el precio mayorista de la electricidad de marzo esté por debajo de los 50 euros MWh. Algo muy importante porque era el precio medio habitual antes de la crisis energética como consecuencia de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. La gran señal de la normalización de los precios y las facturas. En estos momentos el precio a futuro de marzo cotiza exactamente a 49 euros por MWh. Por debajo de esa barrera psicológica.