¿Qué es el impuesto a las energéticas? ¿Por qué se creó? ¿Cuánto se ha recaudado? ¿De qué se quejan las empresas del sector? ¿Por qué prorrogarlo o, por el contrario, suprimirlo? Preguntas clave que todo el mundo debería conocer la respuesta.
Importantes rebajas de impuestos. Del IVA del 21% al 5% tanto para la electricidad como para el gas y la casi supresión del de generación, entre otros. Limitación de las subidas de la tarifa TUR durante casi un año para convertirla en la más barata del mercado. Y, sobre todo, más protección a los colectivos más vulnerables mediante la ampliación del descuento del bono social eléctrico y de los requisitos para solicitarlo. Eso solo en la energía porque también ha habido gratuidad en los transportes ferroviarios, descuentos en los urbanos, reducción del impuesto del valor añadido de los alimentos y otros bienes básicos… Lo que fuera con tal de contener las consecuencias económicas de la guerra de Ucrania y su efecto sobre la inflación, pero todo eso tiene un coste demasiado alto.

¿Qué es el impuesto a las energéticas? Una tasa extraordinaria y temporal sobre los llamados beneficios extraordinarios de las empresas energéticas, pero no de todas. Tan solo aplica a las que facturan más de mil millones de euros que, en realidad, son únicamente 5. No tenía sentido que mientras consumidores y Estado hacían un esfuerzo las compañías se llenaran los bolsillos.
¿Por qué se creó? Este nuevo impuesto llegó básicamente para financiar o pagar todas las medidas que se pusieron en marcha para paliar el efecto de la crisis, precisamente, energética sobre los consumidores y conductores. Es decir, para ayudarles a pagar los combustibles y la electricidad cuyos precios se dispararon tras el inicio de la guerra en Ucrania.
“Todos estos beneficios extraordinarios no caen cielo, como siempre se ha dicho comúnmente, sino que salen directamente del bolsillo de los consumidores y eso no puede ser de ninguna manera”. Pedro Sánchez.

¿Cuánto se ha recaudado? El objetivo del impuesto es gravar el beneficio de dos años completos y, solo por el primero, en 2022 ha recaudado unos 1.600 millones de euros. Cantidad nada despreciable y más si se tiene en cuenta que no se aplica sobre el total de facturación sino sobre las ganancias. Siguen ingresando mucho, pero menos de lo que les gustaría.
¿De qué se quejan las empresas energéticas? Lo hacen porque absolutamente a nadie le gusta que les toquen sus beneficios y más si son grandes sociedades participadas en bolsa. Se deben a sus accionistas que, como es lógico, quieren sus dividendos. Además, entienden que menos ingresos es también menos dinero para invertir en renovables en la Transición Energética.
“Si las empresas españolas están sometidas a una mayor fiscalidad incluyendo un impuesto que no tienen las francesas o las portuguesas para instalar renovables o producir hidrógeno tendrán que irse fuera…”. Antonio Brufau.
El objetivo es conseguir una energía que sea competitiva para el cliente y rentable para los inversores. Así, consideran que los costes a los que se somete a las empresas las coloca en una posición de seria desventaja competitiva respecto a otros países. Inversiones que, por otro lado, se consideran clave para alcanzar todos los objetivos previstos en la agenda 2030.

¿Por qué prorrogarlo? Por muchos motivos, pero el principal porque es al acuerdo al que han llegado PSOE y Sumar para el pacto de investidura. Revisarlo con el objetico de mantenerlo un poco más tiempo porque se continúa en una situación excepcional con precios de la energía muy altos y que todas estas compañías deberían comprometerse un poco más con la ciudadanía.
¿Cuál es el motivo por el que se habla de suprimirlo? Sencillo, ha bajado tanto el precio de la energía, especialmente el del gas y la electricidad, en los últimos meses que hasta la Comisión Europea duda de que sigan existiendo esos beneficios extraordinarios. Eso sí, también hay que saber que siguen siendo altos y que aún no han alcanzado los niveles previos a la crisis.
“Importante trabajar sobre una actualización de si siguen existiendo o no beneficios extraordinarios. Si no es así la fiscalidad se puede corregir o modular, pero ya no se estaría hablando de otra cosa”. Teresa Ribera.