Transición ecológica sería un eventual proceso de cambios en los sistemas de producción y consumo, así como en las instituciones sociales y políticas y en las formas de vida y los valores de la población que llevase de la situación actual, demasiado costosa ambientalmente…
No hay duda ni apenas ya queda nadie que lo niegue. El cambio climático es, probablemente, uno de los problemas socioambientales más grandes que se viven a nivel mundial. El modelo de civilización tal y como se conoce basado en el crecimiento económico exponencial mediante el uso de combustibles fósiles está en crisis. La temperatura media del planeta sigue en aumento y lo mismo sucede con los fenómenos meteorológicos extremos. Las sequías, inundaciones, huracanes y los incendios son cada vez más frecuentes y de mayor intensidad. Esta realidad, que no es tan nueva, ha ocasionado enormes pérdidas humanas y económicas, migraciones forzadas, hambre a causa de la escasez de agua y de alimentos, carencias sanitarias y, sobre todo, escasez de recursos, en mayor o menor medida, en todos los países del planeta.
Para evitar que todos esos negativos efectos sigan en aumento y se conviertan en catastróficos no se debe rebasar un incremento de la temperatura global de más de 1,5ºC. Conseguirlo implica que para el año 2050 se deben reducir a cero las emisiones provenientes del sector energético a nivel mundial. Además, lograr este objetivo requiere que en los próximos 30 años se lleve a cabo una transformación radical del sistema económico y de la energía que los sostiene. En España al igual que en el resto del mundo es indispensable mejorar la eficiencia en el ámbito de la energía orientándola a satisfacer las necesidades básicas de la población y, especialmente, generándola mediante fuentes renovables locales. Biomasa, geotermia, hidroeléctrica, eólica y solar son alternativas renovables, pero no basta. Hay que ir un paso más allá.
…y llena en consecuencia de riesgos excesivos, a una situación futura ambientalmente sostenible, compatible con la capacidad del planeta para mantener las actividades humanas; y todo ello sin alterar sustancialmente la organización de las actividades económicas.
También se trata de reducir el consumo de energía a la vez que se trata de erradicar la pobreza energética. Por este motivo, la transición que se debe impulsar debe ser justa y sostenible desde el punto de vista de diferentes disciplinas que van desde las Humanidades hasta la ciencia, la tecnología y la innovación para cumplir con los objetivos climáticos. Por tanto, es primordial descarbonizar el sector energético mediante una reducción y un cambio profundo en la forma en la que se utiliza. Es decir, modificar la relación que las personas mantienen con la energía. Una transformación de esta naturaleza implica llevar a las renovables al siguiente nivel… mediante su producción de forma local, asegurando el acceso universal al suministro y democratizando la producción mediante la generación distribuida u otras formas de autoconsumo colectivo.
Las alternativas son innumerables y en sectores de actividad muy diferentes. Y todas son capaces de contribuir a la adaptación al cambio climático aportando grandes beneficios económicos y medioambientales.
Sin ir más lejos… mediante la promoción y desarrollo de formas de transporte público y privado electrificado, calentadores solares de agua y sistemas de climatización renovables como la aerotermia. Eso sí, para que la Transición Energética tenga éxito debe ser gradual y partir de la consolidación de una verdadera soberanía energética en muy diferentes ámbitos. Desde el refinado de los hidrocarburos, mientras sigan siendo necesarios, hasta el aprovechamiento de minerales estratégicos como el litio, en beneficio de las tecnologías verdes. También con el fortalecimiento de la gestión eficiente y limpia en las grandes empresas del sector de la energía. De ahí la importancia de promover proyectos integrales e interdisciplinarios donde grupos de académicos y organizaciones sociales locales contribuyan a crear alternativas fuertes y resilientes para no dar pasos atrás. No hay otro camino hacia un futuro limpio y sostenible.