Fomento del transporte público, control de temperaturas e iluminación, y fomento del teletrabajo, son las principales medias de eficiencia energética, pero ¿realmente el trabajo a distancia ahorra energía?
El teletrabajo había llegado para quedarse. La solución perfecta para conciliar la vida familiar y la laboral, pero solo lo fue durante la pandemia. No quedaba otro remedio para continuar con la actividad económica. Sin embargo, desde entonces ha ido perdiendo bastante fuerza. Antes de la llegada del Covid-19 tan solo representaba el 4% de todas las modalidades de relación de trabajo. Porcentaje casi anecdótico. Eso sí, durante el confinamiento y los meses posteriores con las restricciones a la movilidad creció y mucho. Hasta el 16% y eso que hay muchos sectores en los que la presencialidad es totalmente necesaria. Aun así, se llegó a multiplicar por cuatro. Eso ya ha quedado atrás. Paulatinamente se ha ido volviendo a los puestos de trabajo y hoy apenas un 6% de los trabajadores pueden hacerlo a distancia. Ahora vuelve a estar en boca de todos, pero por motivos muy diferentes.
Fomento y subvención al transporte público; regulación de las temperaturas en espacios y edificios públicos; restricción y limitación de la iluminación… En unos días se aprobará el Decreto de eficiencia energética y entre todas estas medidas también se habla de teletrabajo. De tratar de ponerlo en práctica siempre que sea posible y, sobre todo en las administraciones, pero ¿con esta modalidad de prestación de servicios se ahorra energía? Como ha explicado Jorge Morales de Labra en La hora de La1, es difícil de calcularlo y cuantificarlo. A simple vista podría entrar en conflicto con algunas de las otras medidas propuestas: transporte y climatización.
El coste de tener un ordenador portátil durante las 8 horas que dura una jornada laboral es de apenas unos euros mensuales. Sin embargo, el mayor coste energético para el teletrabajador es el de la climatización y más al precio al que está la energía.
Teletrabajo y transporte
Evidentemente, al hacerlo a distancia se ahorra el transporte hasta el lugar de trabajo. No hay duda. Sin embargo, a la vez, puede producir otro efecto que incluso pueda superar a este ahorro de energía. Es decir, que, en vez de ahorrar, lo que haga es todo lo contrario: gastar más. Todo porque con el teletrabajo son muchas las personas que han huido del bullicio de la gran ciudad y han cambiado sus pequeños pisos urbanos por casas más grandes en las afueras o, aún más lejos, en el pueblo. Trasladaron sus lugares de residencia y, ahora con los modelos híbridos, eso tiene consecuencias. Mayor consumo energético. El desplazamiento que antes se realizaba los cinco días de la semana en transporte público se ha terminado multiplicando. Tan solo 2 o 3 días a la semana, pero en coche y recorriendo una distancia más grande.
Teletrabajo y climatización
Más caro y con mayor utilización de recursos en tiempos de crisis. Más de lo mismo sucede con la climatización. Otro de los aspectos más destacados y que más ha dado que hablar del conjunto de medidas. Sucede más o menos igual. Al trabajar en casa se aumenta el gasto en calefacción y aire acondicionado y, a la vez las empresas siguen estando también acondicionadas para los que decidan o les toque acudir a las instalaciones. Así, se multiplica por dos. El coste se duplica. Por este motivo, el teletrabajo no se debe argumentar exclusivamente desde el punto de vista del ahorro. Además, el incremento de los costes de suministros para el empleado (agua, luz, gas, …) es importante y complicado de resolver. Hay convenidos que lo recogen, pero tiene algunas dificultades fiscales a la hora de compensarlo.
Este tipo de pagos está considerado como retribución en especie y supone mayores retenciones. Lío de los importantes y quebradero de cabeza tanto para empresas y trabajadores. Por eso, más que pensar en la eficiencia y ahorro energético, los avances en materia de teletrabajo deben llegar más por esta parte. Más facilidades para todos para impulsarlo definitivamente como una solución sostenible y con mucho futuro por delante.