España tiene limitaciones para exportar gas aprovechando su capacidad para procesarlo y la viabilidad de proyectos de interconexión como el MidCat solo tendrían sentido si se mira hacia el futuro en vez de pensar en el presente.
Europa vuelve a poner la mirada en España y no es por sus playas. Ya no solo envidian el buen tiempo y la gastronomía sino por algo que había pasado casi desapercibido hasta ahora. Justo cuando más lo necesitan se han dado cuenta del potencial de la península ibérica para recibir gas licuado. Hasta 7 regasificadoras para procesarla y ahora es cuando se acuerdan del proyecto de interconexión MitCat. Abandonado hace años por falta de interés y también de financiación.
Por eso, es poco probable que ahora se recupere, aunque las posibilidades han aumentado. Aún sigue siendo una obra muy costosa y alguien la tiene que pagar. Este es el motivo por el que la CNMC lo descartó hace ya algunos años. No veía rentable que se hicieran cargo los consumidores para que luego una empresa hiciera negocio con las exportaciones. Ahora ha vuelto este mismo debate: ¿quién se va a hacer cargo de los costes? Además, hay otra cuestión importante y es el plazo de ejecución. Es decir, en cuánto tiempo estaría disponible ahora que se está inmerso en una transición hacia las energías renovables. Entonces la cuestión cambia hacia si merece más la pena invertir en una tecnología que está condenada a la desaparición o si es más sensato acelerar y potenciar su implantación. También a ir reduciendo poco a poco el consumo de gas.
No parece el momento de invertir en una tecnología que está llamada a la desaparición. En 10 años la implantación de renovables será tal que irá reduciendo la dependencia del gas.
Aun así, como ha contado Jorge Morales de Labra en La brújula de Onda Cero, el proyecto podría tener viabilidad siempre que se den dos condiciones. La primera es que se financie con fondos europeos. Quizá sea el momento de invertirlos en mejorar las interconexiones y, de este modo, aprovechar todo el potencial que tiene el gas de España. Y la segunda es hacerlo con la vista siempre puesta en el futuro. Es decir, que más adelante se pueda utilizar para transportar hidrógeno. Más que nada porque es lo que se va a utilizar para la energía de las renovables a medio plazo. Ya se sabe… la razón es muy sencilla. Cuando en España a mediodía sobre energía eléctrica de las plantas solares hay que guardarla sea como sea y es algo que va a pasar dentro de poco. Hay un dato que lo confirma:
Solo con la radiación solar que índice sobre la provincia de Cuenca sería más que suficiente para alimentar de electricidad y dar luz a todo el planeta.
Eso si fuese capaz de capturar toda la energía del sol. Evidentemente con la tecnología de la que se dispone hoy solo es posible transformar en electricidad en torno al 20%. Tampoco es ninguna tontería que 2 de cada 10 MWh consumidos en cualquier lugar del mundo se generen con solo cubrir de paneles una extensión similar a esta provincia castellanomanchega. Esta es la realidad: en muy poco en España va a sobrar energía a las horas centrales del día. Mucha y también hay que aprovecharla. Algo hay que hacer. La primera opción es exportarla a otros países, pero hay muchas limitaciones y la segunda es almacenarla. ¿Cómo? Tan sencillo y a la vez tan complicado como romper el agua del mar. Separar las moléculas de Oxígeno e Hidrógeno con la intención de recombinarlas más tarde.
Justo cuando ya no haya sol para volver a generar electricidad. Por tanto, lo que se va a necesitar es transportar hidrógeno de un sitio a otro. La demanda va a aumentar de forma considerable en los próximos 15 o 20 años. Incluso quizá antes. Por eso, el MidCat podría tener cierto sentido siempre que en el futuro se pueda utilizar cuando sobre energía solar y también eólica.