Impacto de la supresión del impuesto a la generación en los recibos
Vuelve el debate sobre la supresión del impuesto a la generación y la verdad es que plantea muchas dudas sobre su impacto real en el precio de la luz. Analizamos sus posibles efectos en las facturas y las implicaciones para el sistema eléctrico.
¿Qué hay detrás del precio de la luz? El complejo juego del impuesto a la generación
El precio de la luz en España es un tema que afecta a todos los hogares y que depende de múltiples factores como la meteorología, los conflictos geopolíticos… Uno de los más recientes en el debate público es la posible supresión del impuesto a la generación. Una medida que algunos aseguran podría suponer un ahorro directo de hasta 400 millones de euros en los recibos de las familias. Sin embargo, la realidad detrás de esta propuesta no es tan sencilla como eliminar el impuesto y esperar una bajada automática en el recibo. Al contrario, todo lo relacionado con este tema podría esconder un juego de trileros que merece ser explicado en detalle.
¿Qué es el impuesto a la generación?
El impuesto a la generación fue creado en diciembre de 2012 y comenzó a aplicarse el año siguiente. Así, se trata de un gravamen del 7% sobre los ingresos que obtienen las compañías eléctricas por la venta de la electricidad que producen. Este impuesto no debe confundirse con el impuesto de sociedades ni con el más reciente impuesto a las energéticas que se introdujo durante la crisis tras la invasión de Ucrania. Es uno exclusivo para la producción de energía eléctrica. Aunque su aplicación ha tenido ciertas excepciones —como en los primeros meses tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia—, su propósito original no era otro que el de compensar los ingresos necesarios para evitar una subida directa de la factura eléctrica. Según las previsiones actuales, este impuesto podría recaudar en 2023 hasta 2.000 millones.
La lógica detrás de la supresión: ¿bajará la luz?
La iniciativa para eliminar el impuesto a la generación está siendo impulsada por partidos como el PP y Junts. Según sus defensores, si se quita esta tasa a las compañías eléctricas, estas reducirán sus precios, generando un ahorro significativo para los consumidores. Han calculado que esto supondría un impacto total de 1.100 millones de euros, de los cuales 400 millones llegarían directamente al bolsillo de los ciudadanos. Sin embargo, esta idea parte de un supuesto optimista: que las eléctricas, una vez libres del impuesto, renunciarán a incrementar sus márgenes de beneficios para reducir el precio de la luz. Es decir, confían en la «buena voluntad» de estas empresas, algo que muchos consideran improbable dado que las eléctricas no operan como organizaciones sin ánimo de lucro. ¡Obvio! Se deben a sus accionistas.
El verdadero impacto de eliminar el impuesto: auténtico juego de trileros
Para entender las implicaciones de esta medida, es crucial recordar el motivo por el que se creó el impuesto a la generación en 2012. En aquel momento, el Gobierno del PP lo introdujo como una forma de camuflar una subida de la tarifa eléctrica. La recaudación obtenida del impuesto se reingresaba posteriormente al sistema eléctrico, lo que permitía evitar un encarecimiento directo de la luz equivalente a precisamente esos 2.000 millones de euros.
En otras palabras, aunque las eléctricas trasladaban el coste del impuesto al consumidor mediante un aumento de los precios, ese dinero se recuperaba y se destinaba a abaratar la tarifa.
Impacto de la supresión del impuesto a la generación en los recibos – La mañana de Andalucía de Canal Sur radio (12 de diciembre de 2024).
De esta forma, el Gobierno podía afirmar que mantenía la factura bajo control. Ahora, al suprimir este impuesto, el sistema perderá esos 2.000 millones de euros, lo que podría obligar al Gobierno a compensar la diferencia aumentando otros conceptos de la factura eléctrica, como los cargos y peajes: la parte regulada del recibo. Esto supone un riesgo claro de que su supresión no solo no abarate la luz, sino que provoque una subida notable en los próximos meses.
Entonces, ¿subirá o bajará el recibo de la luz?
La eliminación del impuesto a la generación podría parecer, a simple vista, una medida beneficiosa para los consumidores. Sin embargo, las implicaciones reales van mucho más allá. Depender de la buena voluntad de las eléctricas para que reduzcan los precios es un riesgo considerable, especialmente teniendo en cuenta su historial de priorizar beneficios. Además, la pérdida de los 2.000 millones recaudados por el impuesto obligará al Gobierno a buscar otras fuentes de financiación que, de una forma u otra, repercutirán en los bolsillos de los ciudadanos.
Lejos de ser una solución sencilla, la supresión de este impuesto podría desencadenar un encarecimiento de la factura eléctrica a partir de enero. Una vez más, el juego de trileros del sistema eléctrico recuerda que, en cuestiones de energía, las cosas nunca son lo que parecen.