Tiene su lógica porque siempre pasa lo mismo. Si sube el recibo de la luz se deja notar inmediatamente en la inflación y eso mismo es lo que ha pasado. El fin de la rebaja de impuestos incrementa las facturas y aumenta el IPC algunas décimas.
La inflación sigue dando sustos. Menores que hace unos meses, pero disgustos, al fin y al cabo. Hoy se ha conocido el dato del IPC. Ha subido tres décimas y entre los factores que se comentan que más han influido se encuentra el encarecimiento del precio de la luz que influye en todos los procesos productivos. Sin embargo, la preocupación no es esa, sino lo que pueda pasar en los próximos meses con el recibo eléctrico. Sobre todo, a partir de ahora que se van a ir recuperando los impuestos que se rebajaron para paliar los efectos económicos de la crisis energética. De hecho, ya se han dejado sentir en las facturas que se están recibiendo en estos días. Más del 7% de subida por este motivo… El impuesto de electricidad estaba en el 0,5% y ha pasado al 2,5% y lo mismo con el IVA. Del 5% al 10%.
También hay que tener en cuenta que enero, en un año normal es normalmente el mes más caro con mucha diferencia. El de 2022 fue el más caro de la historia con más de 200 euros/MWh tan solo superado por el de agosto que superó los 300. Y la diferencia se nota porque el de 2024 ha cerrado ligeramente por encima de los 70 euros por MWh. Una enorme diferencia. Casi 3 veces menos y lo que se prevé es que a partir de febrero empiecen a bajar fuertemente. Más todavía porque empiezan a llegar los meses buenos para las renovables. Aquellos en los que el viento comienza a soplar con fuerza y el sol a irradiar con mayor intensidad la superficie de la Tierra y, por tanto, también los paneles solares. Y eso sin contar con la demanda eléctrica que además suele ser menor.
Casi céntimo a céntimo y sin que nadie se dé cuenta. Primero la electricidad y luego los combustibles que hacen que la relación entre inflación y energía siga siendo tan estrecha que el alza en el primero arrastre rápidamente al segundo.
Tiene lógica… los meses más fríos del año son aquellos en los que el consumo es mayor. Todo lo contrario que en enero del 2023 cuando se vivió una situación excepcional, al igual que en el de este año. Fue especialmente cálido con temperaturas muy por encima de la media histórica y eso se tradujo en precios anormalmente bajos. Es por este motivo que, si se compara con la factura del primer mes del año, esta última es un poco superior. Tan solo ligeramente. Eso sí, siempre que se tenga contratada una tarifa variable. Mientras, los que la tengan a precio fijo, no notarán nada. Seguirán pagando mucho más en los recibos y no podrán beneficiarse para nada de este desplome de precios. Están perdiendo dinero y tiempo mes a mes si no se cambian ya mismo a un contrato que tenga en cuenta al mercado mayorista de electricidad.
Las cifras confirman la tendencia y lo dejan muy claro. Así, enero de 2024 ha cerrado con un precio ligeramente superior a los 70 euros por MWh, pero lo bueno viene a partir de ahora. En febrero se espera que baje a los 60 y ya en marzo a unos 50 euros/MWh, o incluso por debajo. Esto es una gran noticia porque antes de la crisis energética eran de ese mismo orden. De este modo, a partir de marzo, si no sucede nada extraño, volverán a los previos al comienzo de las tensiones y la guerra de Ucrania de mediados de 2021.