Salir de la zona de confort es complicado. Los cambios asustan y subir la temperatura también. Fácil resistirse y más difícil adaptarse. Por eso, aunque sea importante ya hay muchas objeciones al plan de ahorro energético.
¿Y qué hay de lo mío? Resistencia al cambio. Si hay algo que ha caracterizado al hombre desde sus orígenes es la capacidad de adaptación. Sin embargo, a cada avance de la Humanidad ha habido voces críticas. Lo de la zona de confort y todo eso… No hay excepción y solo hay que pensar en algunos de los ejemplos más recientes. Desde el coche de combustión hasta los robots que iban a acabar con el empleo o los teléfonos móviles e inteligentes y ya no hay quien se separe de ellos. Cuesta adaptarse a la nueva realidad y esa no es otra que la mayor crisis energética en 40 años. Ahora a las olas de calor y la sequía se suman los problemas derivados del altísimo precio de la luz y de la energía en general. No hay quien las pare. Gas, combustibles y, por supuesto, electricidad en máximos históricos.
La dependencia del gas de Rusia la agravan. Por eso, es necesario proponer un nuevo cambio. Uno más responsable y sostenible pensando en el futuro. Ya hay un plan de ahorro energético, pero, una vez más, todo son problemas. Subir el termostato un grado no es para tanto si se tiene en cuenta todo lo anterior. Aun así, muchos son ya los comercios que echan cuentas para poner las puertas automáticas que se recomienda en las medidas. Sustituirlas supone una pérdida de espacio en el interior y de superficie de escaparate, pero mejora la eficiencia de la climatización. Otra de las medidas exige su apagado cuando estén cerrados. Tienen su lógica si lo que se quiere es reducir el consumo de energía. Eso por un lado porque si se habla de temperaturas la hostelería es la que muestra un mayor nivel de indignación.
Reduciendo la velocidad en 10 km/h se ahorra 1 de cada 3 litros de combustible y subiendo un grado la temperatura un 7%… Y estos son solo algunos de los datos que confirman que la eficiencia energética es muy rentable.
Aseguran que cuando hay 40ºC en el exterior es imposible no tenerlo a por debajo de los 27ºC que recomienda la norma en espacios públicos. Lo de las puertas siempre abiertas lógicamente influye mucho, como ha explicado Jorge Morales de Labra en Informativos Telecinco. Por eso, lo suelen tener a 23ºC. Por cierto, son las mismas voces que decían que la prohibición de fumar en bares y restaurantes iba a ser el fin de la hostelería. No ha pasado nada y los clientes siguen yendo a tomar sus cañas. Por cierto, estos últimos son los que se muestran menos negativos. Piensan que se puede ir adecuando a los diferentes momentos. En cualquier caso, como en todo, hay excepciones, por eso piden explicaciones. Clarificar como queda la cosa. Es decir, si tienen que realizar inversiones porque luego vienen las sanciones. Multas de hasta 60.000 euros para infracciones leves y más…
Otras de las medidas más polémicas tienen que ver con la iluminación. Aunque, como también ha comentado el director de Próxima Energía, su efecto es más limitado. El ahorro en el consumo, por ejemplo, de apagar las luces de los escaparates es prácticamente irrelevante en cuanto al ahorro energético. Eso sí, lanza un importante mensaje a toda la población de que se está ante la mayor crisis energética de los últimos 40 años. Conciencia para crear nuevos hábitos. De este modo, cuando cualquier persona llegue a su casa, y vea el aire acondicionado a 22ºC reflexione sobre el impacto de sus acciones cotidianas. Auténtica barbaridad porque por cada grado de más en climatización es un 7% menos de gasto en energía y en la factura. Lo mismo al volante del coche. 10 km/h más rápido es un 30% extra de gasolina. Mejor para el planeta y los bolsillos.