¿Quién no ha puesto a secar alguna prenda en el radiador? Pues no es bueno para la ropa ni para la calefacción y ahí empiezan los problemas: temperatura que no sube, presión de la caldera…
Muy peligrosos. Están escondidos por todas partes y pueden salir muy caros. Se mire donde se mire ahí siempre hay un falso mito que tiene que ver con el consumo y la energía. No importa el lugar. Da igual si se trata de la lavadora, el lavavajillas o, incluso, el frigorífico. Todos los tienen y la calefacción no iba a ser menos. Más bien todo lo contrario, los tiene a montones: más barato dejarla siempre encendida o mejor siempre a la máxima potencia; purgar los radiadores no afecta al rendimiento; apenas se pierde calor por puertas y ventanas, o que los termostatos más eficientes y precisos son los tradicionales de ruedecita. Pues todos falsos, la ciencia y los datos lo demuestran. Pues a todos bulos hay que añadir otro. Uno con el que el 95% de la población (o más) se sentirá identificado: Tender sobre el radiador.
Material, tamaño, capacidad, superficie de contacto, forma de las aletas, circulación del aire, … Cientos de cálculos y horas de ingeniería se van al traste con solo cubrir el radiador.
Absolutamente prohibido. Quien más quien menos seguro que a estas alturas no hay nadie que al llegar a casa en un día de lluvia no haya puesto a secar las prendas en el radiador. También los guantes después de hacer un muñeco de nieve o los calcetines que aún siguen con humedad después de horas colgados en el patio. De hecho, por tender hay quien tiende hasta la colada completa en días puntuales del año. Siempre cuando cae más agua y hace menos Sol. menos sol, por supuesto. Pues aún hay más, ¿a quién no le gusta la toalla calentita al salir de la ducha? Increíble sensación que puede salir cara. No falla nunca. Es muy fácil caer en la tentación de ponerlo en calefacción, pero puede tener sus consecuencias. Las tiene. La primera para la ropa. Demasiado calor directo puede alterar tejidos y colores o estropear serigrafias y dibujos.
A nadie se le ocurría nunca secar la ropa en hornos, vitrocerámicas o microondas. ¡Para llevarse las manos a la cabeza! Pues ese mismo gesto es el que hacen los ingenieros cada vez que se cubre un radiador. Horas y horas de investigación para aumentar la eficiencia echadas a perder en menos de un segundo, como ha explicado Jorge Morales de Labra en Al día de Cuatro TV. El tamaño del radiador y su capacidad, la superficie de contacto y el tamaño de las aletas, la circulación, … Cientos de cálculos que se van al traste con solo cubrirlo. Y luego, claro, empiezan los problemas y no solo por la ropa. La temperatura que no sube, la caldera coge demasiada presión o incidentes incluso aún más graves. Puede llegar a ser peligroso por no utilizarlo de forma correcta. Eso sin contar con la humedad que aumenta la sensación de frío.
Imprescindible también purgar los radiadores para aumentar su eficiencia. Deben tener una presión constante y permanente en el interior de circuito para sacarles el máximo partido.
Afortunadamente tiene solución y es de las baratas. Ropa seca y calefacción despejada. La más sencilla son perchas especialmente diseñadas para poner en el radiador. Sencillas y muy eficaces. Disponibles en cualquier bazar y las hay que hasta tienen forma de mini tendederos. Más superficie para secar. Hay más opciones porque luego está ya la solución de toda la vida. La de la silla que es también la de la abuela. Se pone la ropa encima y se acerca a la fuente de calor. Máxima sencillez y eficiencia. Sí, porque para funcionar de forma correcta el radiador debe estar despejado para que circule el calor. Lo mismo sucede si no se purgan los radiadores. Afecta al rendimiento y aumenta el recibo. Deben trabajar con una presión constante de agua en el interior del circuito y un poco de aire la reduce. Una moneda y listo. Otro falso mito desmontado.