Las renovables pueden ser una oportunidad para el desarrollo del medio rural. Sin embargo, las macro plantas solares, más allá del impacto social y ambiental, pueden producir aún más desequilibrios económicos en estas zonas.
El futuro es renovable, pero no todo vale a la hora de impulsar este tipo de energías. Nadie duda que el 100% de la energía en 2050 será limpia y verde. Pero en el camino que aún falta por recorrer durante la Transición Energética, las prisas nunca son buenas. Mucho se ha hablado en los últimos tiempos de las macro granjas, pero con las plantas solares y eólicas pasa un poco lo mismo. El tamaño importa y hay que tener en cuenta el impacto que se genera. Es siempre mayor. Proporcional a su tamaño. Más allá de los efectos sociales y medioambientales además se pueden llegar a producir grandes desajustes económicos allí donde se construyen. No todo vale y nadie tiene por qué salir perjudicado. El futuro del planeta está en juego, pero la economía y la supervivencia del medio rural también.
Por eso, como ha contado Jorge Morales de Labra en El programa de Ana Rosa de Telecinco, hay que pensar en todo… Mejor construir más plantas de menor tamaño, de 20 o 30 hectáreas que una 50 veces más grandes. El reparto de la riqueza será siempre mayor. Eso y tratar de llegar a acuerdos individuales con los vecinos. Evitar las expropiaciones reduce el rechazo y, sobre todo, el malestar. Y es que en la mayoría de los casos los propietarios se enteran de que en sus terrenos se va a proceder a la instalación de las plantas solo cuando ya ha salido publicado en el BOE. Nadie les avisa, negocia o les dice nada. Ahí ya hay poco que hacer. Es una barbaridad que lógicamente hace que se levante a todos los vecinos del pueblo en contra. No es que estén en contra de las renovables.
Aunque la legislación del sector eléctrico permite las expropiaciones de terrenos siempre es mejor llegar a acuerdos y evitar así otros desequilibrios económicos de las macro plantas solares.
Al contrario, luego hay otros promotores que están llegando a otro tipo de acuerdos. Por cierto, de mayor impacto para las zonas rurales. Llegan a ofrecer arrendamientos de hasta 3.000 euros al año cuando el precio de compra de una finca de secano no llega a los 6.000. La mitad, pero de forma anual y durante más de tres décadas. No solo se trata de compensar por la parcela sino también por su modo de vida. La renta es muy importante y genera menos desequilibrios que mediante la expropiación. En estas últimas el reparto es muy desigual. No todos reciben el mismo trato o compensación. Los más beneficiados son los grandes propietarios. Para ellos el mejor precio siempre y al resto, expropiación. También se dan casos en los que se combinan las dos opciones: renta anual para unos pocos mientras otros siguen arando la tierra. Injusto.
Eso por un lado porque por el otro hay que tener en cuenta que las macro plantas solares suelen estar situadas en la España vaciada. En aquellos lugares que más ha sufrido el éxodo del campo a la ciudad en las últimas décadas. Las plantas solares deberían ser una oportunidad para frenarlo mediante la creación de nuevos puestos de trabajo. Sin embargo, en la mayoría de los casos está sucediendo todo lo contrario. Varios cientos o miles de hectáreas destinadas a las macro plantas destruye su modo de vida y puede acabar expulsando a la gente de los pueblos. Acaba teniendo el efecto contrario al que se buscaba. Solo hay que fijarse en un dato. Cuando se habla de cubrir todas las necesidades energéticas de España con renovables bastaría con cubrir menos del 1% del territorio con paneles solares. No se trata de un problema global.
No hay necesidad de concentrar todas las plantas en una única zona. Diversificar es la mejor opción y para dar energía a toda España en el futuro haría falta menos del 1% de territorio.
Es más, con la extensión de la provincia de Cuenca se podría satisfacer la del planeta al completo. El problema viene cuando se tratan de concentrar todas las plantas solares en unas pocas zonas. Así es como se causa el efecto contrario. La inversión más distribuida a lo largo y ancho del país fomentaría la creación de empleo en las zonas en las que más se necesita. Las plantas solares necesitan personal de mantenimiento y lo mejor siempre es que sea local. Eso sí, al concentrar en macro plantas el número de puestos de trabajo se reduce. Menos que si estuviera repartida en varias de dimensiones más reducidas. Ahí es donde se produce el efecto contrario al deseado y en vez de repoblar estas zonas se reduce el impacto económico una vez finalizada la fase de construcción. Afortunadamente hay otras opciones mejores…
Por eso, otras empresas a la hora de comprar los terrenos o en la fase de expropiación, entre los beneficios incluyen trabajos en las plantas. Más beneficios durante tiempo más allá de los generados por la propia compra venta de las parcelas o el arrendamiento. Por el contrario, con las macro plantas las opciones se reducen para los cientos de hectáreas que ocupan. No es proporcional. Apenas generan una decena de empleos. Insuficiente para compensar no solo el impacto de las plantas y el resto de problemas sociales derivados. Transforman por completo el modo de vida y el sustento de las zonas rurales sin apenas contraprestación económica. Siempre sostenibilidad debería llegar aún más lejos del propio impulso a las renovables y el consumo de energías verdes y limpias. En caso contrario perdería gran parte del sentido.
