Conceptos aparentemente contradictorios, pero muy relacionados. Menos diésel de Rusia, gran capacidad de refino de España, posición de ventaja, pero al final la única solución realista a largo plazo es de nuevo el coche eléctrico.
Los mensajes que reciben los conductores son a veces confusos. Por un lado, se dice que no va a faltar tras el fin de las importaciones del diésel de Rusia, pero por el otro… las señales que se reciben al pasar por el surtidor son otras bien distintas. Hoy se paga de media a 1,69 euros por litro y, a la vez, es más caro que la gasolina. Precio más elevado incluso a pesar de estar bonificado fiscalmente. No hay quien lo entienda porque además desde todas partes se anuncia que los que tienen este tipo de vehículos, y no son pocos, no deberían notar ningún tipo de cambio. Todo son contradicciones y eso no hace más que elevar todavía más la incertidumbre porque al final lo que más preocupa es si este tipo de combustible volverá a superar el par de euros como hace tan solo un año.
Exactamente igual que cuando se puso en marcha la subvención de los 20 céntimos. No acaba ahí la cosa ni tampoco la confusión. La mayoría de los conductores de vehículos diésel tampoco entienden que pueda afectar a sus bolsillos que ya no se vaya a traer de Rusia. Sorprende mucho porque siempre se ha dicho que España tiene muchas refinerías y, por tanto, una gran capacidad para producirlo. Entonces, ¿por qué se compra fuera? Esa es la primera sorpresa porque luego hay otra relacionada. Si, por este motivo, hay posición de ventaja… ¿por qué no se aprovecha la situación para bajar el precio y que sea más económico que en otros países? La respuesta a todas esas preguntas y alguna más se encuentra en los mercados. Sin embargo, hay algo importante que hay que saber sobre la capacidad de refino.
El mercado del petróleo y sus derivados funciona igual que con el gas natural. Precios internacionales con pequeñas diferencias entre países. De hecho, en la Unión Europea es casi lo mismo llevar diésel al puerto de Roterdam que al de Valencia.
En este momento, las refinerías españolas están en torno al 70-75% de su capacidad. Es decir, todavía pueden producir más, pero hay una cosa importante que debe ser tenida en cuenta. No se puede refinar lo que a uno le interese en cada momento. No es tan sencillo. Cuando un barril de petróleo entra en las instalaciones todo el mundo sabe que de ahí salen un montón de cosas… Por supuesto, diésel, pero también mucho más. Están preparadas y ajustadas para que por cada parte de crudo se obtenga una determinada cantidad de gasóleo, pero también otra de gasolina, queroseno o alquitrán. Si por cada litro se obtienen 0,7 de diésel no es fácil aumentarla a 0,8. Eso sí, se puede hacer a largo plazo. Requiere de algo más de tiempo ajustar la producción y los procesos químicos por los que se generan. Por eso, el mercado tarda en reaccionar.
No es algo instantáneo ni inmediato. Tampoco tan sencillo como seleccionar la opción de café largo en las cafeteras de cápsulas. Por este y otros motivos es difícil predecir lo que pueda pasar con los precios de los combustibles porque hay mucho en juego. El mercado del petróleo mueve miles de millones al día. Lo que sí que se puede dar es una recomendación a todos los que estén pensando en cambiar en estos momentos su coche diésel. La alternativa es el coche eléctrico. Cierto que son más caros que los modelos equivalentes de combustión, pero si uno se fija en el coste en carburante por cada 100 kilómetros la cosa cambia. De 1 euro en electricidad a más de 8 en diésel y eso contando con que solo consuma 5 litros para recorrer esa distancia. El ahorro está ahí incluso a pesar de los altos precios de la luz.