A la hora de buscar responsables al alto precio de la luz siempre se habla de mercados, impuestos o costes regulados, así en general, pero se olvida mencionar otros como el déficit de tarifa.
Increíble, pero cada vez que sube el precio de la luz sucede lo mismo. Las compañías eléctricas miran para otro lado. Sí, como si la cosa no fuera con ellas. No vaya a ser que alguien les eche la culpa. Llevan tanto tiempo preocupadas de que no les carguen con parte de la responsabilidad que no paran de buscar excusas en vez de soluciones. La más repetida es que la mayor parte del recibo son costes regulados o impuestos y ahí no tienen nada que decir. Razón tampoco les falta, pero les fallan un poco los cálculos. Aun así, tal es su empeño en demostrarlo que lo reflejan con todo lujo de detalles en las facturas. Todo, probablemente, para que a base de repetirlo se consiga desviar la atención hacia otro lugar. No hay más que coger la última para comprobarlo.
Mucho más fácil que encontrar el tipo de tarifa que se tiene contratada, si es que aparece por algún lado. Tipografía diferente, cuerpo de letra extragrande y hasta otro color para que se pueda leer con total claridad el mensaje: el 48% de su factura está destinado a impuestos y otros recargos. Vamos, que no tienen nada que ver con el consumo. Pues, por si fuera poco, los detallan, gráfico incluido, como si el común de los mortales supiera de lo que se le habla. Más de una decena de conceptos aparecen listados. Eso sí, se olvidan otros también importantes. Hay que recordar que la factura de la luz lo forman más de 30 y no es necesario memorizarlos todos. Tantos que al final hacen que la mayor parte de la factura nada tenga que ver con lo que importa, el precio.
El déficit de tarifa es la diferencia entre los ingresos que las empresas eléctricas españolas perciben por los pagos de los consumidores y los costes que la normativa les reconoce por suministrar electricidad y se inició en el año 2000.
Ahora, lo que para Jorge Morales de Labra no es tan cierto, es que en todos esos costes no tengan ninguna responsabilidad las compañías eléctricas y lo ha contado en Más de uno de Onda Cero. Solo por poner un ejemplo… Lo que la mayoría de los consumidores no saben es que además de la de su casa han firmado otra hipoteca. Más de 3.000 millones anuales para terminar de pagar la luz de hace una década y a la que al menos le quedan 10 años para amortizarla. Eso si la cuenta no sigue subiendo… Y, claro, muchos dirán y con razón, que siempre han pagado los recibos. Pues sí, pero al precio al que pretendían cobrarlos. Seguro que esto a muchos les pilla de sorpresa, pero es lo que se llama déficit de tarifa y solo este concepto supone el 8% del total de la factura.
No es algo nuevo. Se fue acumulando durante varios años hasta alcanzar los 35.000 millones de euros, que se dicen pronto. Casi nada, y todo porque, exactamente igual que ahora, las eléctricas inflaron el precio de la luz en los mercados mayoristas hasta que la bola se hizo tan grande que hubo que ponerle fin. Sí, los Gobiernos de aquel entonces se negaron a subir aún más las tarifas. Era ya demasiado, pero al final se acumuló una deuda de tal calibre que se tuvo que financiar a largo plazo a través de los bancos. Y ya se sabe… siempre gana la banca, pero las eléctricas también. Ahora les toca a todos los consumidores devolver un préstamo que ninguno pidió. Eso sí, en cómodos plazos y a través de un recibo de la luz que ya está sobrecargado.
La diferencia entre el precio de la luz entre Francia, Alemania o España es que aquí días después de haber pasado el pico máximo aún no han vuelto a la normalidad. Precios mayoristas en los que aún no han entrado ni impuestos ni otros cargos.
Lo llevan haciendo sin saberlo durante años y les quedan algunos más. De ahí a asegurar, como hacen, que todo eso son impuestos y que las compañías eléctricas no tienen nada que ver… quizá sea demasiado decir. 35.000 millones y ahí es nada. Otra cosa es que lo digan del IVA y no se podría estar más de acuerdo. Es necesaria una reforma fiscal en el sector energético. Es algo urgente sino también esencial. No tiene sentido seguir pagando el 21% por un servicio tan básico. No lo tiene, al menos para determinados consumos porque la electricidad no siempre se utiliza para lo mismo. Puede ser un bien de primera necesidad si se utiliza para iluminación o calefacción, pero también como un lujo si es para calentar el jacuzzi. De eso tampoco hablan las eléctricas en sus facturas.
