Con el sistema marginalista nadie está a salvo de la crisis energética ni siquiera la apuesta por la energía nuclear en Francia, aunque represente el 80% de toda su generación. Tampoco en España.
“Por primera vez en décadas reactivaremos la construcción de reactores nucleares en nuestro país”. Emmanuel Macron, presidente de la República Francesa.
Francia anuncia que construirá nuevas centrales nucleares por primera vez en décadas. Allí, ya tienen 19 a lo largo y ancho de su territorio. Es el segundo país del mundo con más reactores. En total tiene 59, muchos más que en España que solo cuenta con 5 instalaciones para un total de 7 reactores. A esta lista habría que añadir los de Zorita y Valdellós I que ya se encuentran en pleno proceso de desmantelamiento y el de Santa María de Garoña en Burgos con fecha de cierre marcada en el calendario. Con ellas se producen casi 7.400MW que representan, según datos del Ministerio para la Transición Ecológica más del 20% de la producción eléctrica nacional.
Mucho menos que en Francia. De hecho, casi 10 veces menos que al otro lado de los Pirineos donde llegan a producir más de 63.130MW. Allí, dos de cada tres partes de la energía que se consume tiene su origen en esta polémica tecnología. Dos modelos completamente diferentes. Para empezar porque en España más de la mitad se obtiene de fuentes renovables. Más limpia, verde y barata, pero la dificultad es que no siempre generan electricidad de forma continua. No es ningún secreto. Dependen de la meteorología. Del sol, del viento y, en menor, medida de la lluvia. Por eso, como la producción nuclear es relativamente baja obliga a comprar en ocasiones más energía a otros países para poder satisfacer toda la demanda.
Lo más curioso es que normalmente se compra, precisamente a Francia. Energía que, por cierto, ha sido producida en esas mismas centrales nucleares. Hay algunas diferencias más… Mientras allí cuentan con cementerios nucleares de alta actividad para gestionar y custodiar los residuos, España carece de este tipo de instalaciones. Pues, esto suma un problema añadido porque hay que trasladarlos hasta allí y eso encarece mucho el proceso. De hecho, el coste, aunque sea en concepto de fianza, ya supera los 110 millones de euros. Con todo, mientras Macron aboga por intensificar el uso de esta tecnología, aquí la apuesta es sobre todo por las energías verdes.
“Debemos apostar por las energías renovables, por la eficiencia energética, la movilidad limpia… “. Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España.