Puede multiplicar por siete el precio de la luz un día y lo divide por la mitad al siguiente. De 20 a 90 en menos de una semana. Siempre hay alguna excusa, pero ¿a qué se deben las fluctuaciones del mercado mayorista?
El clásico te quiero más que ayer, pero… llevado al recibo de la luz. Máxima incertidumbre. Hoy más barata que hace una semana, pero a saber lo que pasa dentro de unos días. Quizá baje un poco o tal vez no. Nunca se sabe bien del todo. Esa sí que es una relación de las de alta tensión. De las que echan chispas y todo. Y lo peor de todo es que no hay forma de saber a qué se deben estas fluctuaciones. Siempre hay alguna excusa. No hay quien lo entienda bien. Pues eso mismo le ha pasado a Carlos Alsina en Más de uno de Onda Cero. Ya no sabe si es algo que depende de la meteorología, de quién esté en el Gobierno en cada momento o de los máximos responsables de las compañías de la luz que se levantan por la mañana y van y piensan:
Vamos a aprovechar que con el frío que hace todo el mundo va a poner la calefacción más que nunca para subir un poco el precio de la luz. Eso si que es visión de negocio. Sea como sea, siempre pasa lo mismo. Cuando más se necesita la electricidad, aumenta de precio. Todo a la vez que se vacían los bolsillos de los consumidores. Da igual que sea una ola de frío o de calor, las consecuencias las pagan siempre los mismos. Pero, ¿de qué depende tanta subida y bajada? Pues, para Jorge Morales de Labra, no hay duda. Precisamente de esos tres mismos fatores y, a veces de alguno más. De la (1.) meteorología y cada vez más. Sobre todo, en la medida en que va aumentando la potencia renovable instalada. Sí, más aerogeneradores y paneles solares, las fuentes de energía más baratas que hay en estos momentos.
Bajas temperaturas, mayor demanda, precio del gas elevado y ausencia de renovables. Causas que combinadas hacen que el precio de la luz se ponga por las nubes que trajeron a Filomena.
Por eso, cuando viene un temporal acompañado de viento o de sol cada vez suele ser menos problemático. Sobre todo, en verano. La mayor potencia solar acaba hundiendo los precios y los usuarios ni lo notan en los recibos. Sin ir más lejos hay una experiencia muy reciente que lo ilustra a la perfección. En los últimos días de diciembre otra borrasca que se llamaba Bella. Pues no dio lugar a una escalada de precios como la que ha provocado Filomena. Básicamente porque estuvo acompañada de fuertes vientos. Todo lo contrario. Batió el récord de generación eólica en España y cayeron los precios. Hasta valores de 20 euros MWh cuando lo normal en el sector es que sean de 40 o 50. Sin duda, la primera causa es la meteorología, pero no es la única…
Por supuesto, también es algo que depende del (2.) Gobierno. Bueno más bien del parlamento al completo. Para modificar el sistema eléctrico harían falta normas con rango de Ley. Deben ser aprobadas por Congreso y Senado y con mayoría. Eso no quita que en lo que si deberían tener responsabilidad los gobiernos es, al menos, en proponer las reformas. Siempre teniendo en cuenta que reestructurar la metodología de formación de precios del mercado mayorista es muy complicado. No imposible, pero llevaría mucho tiempo. Más que nada porque es un sistema compartido por más de 20 naciones de la UE. Sin embargo, en otros países no sucede lo mismo que en España y ahí es donde hay margen de maniobra. Es decir, aún teniendo también precios altos, al final la factura de los consumidores no sufre estos vaivenes tan acusados.
En el mercado eléctrico al ser un sistema marginalista, todas las centrales cobran por la luz el precio de la tecnología más cara que ha entrado en producción para satisfacer la demanda.
Así que donde se podría meter mano más rápidamente es en el modo en el que los precios se trasladan a todos los recibos. Y en tercer lugar… también es cosa de los (3.) consejeros delegados de las grandes eléctricas. Igual no ellos directamente y hay otro tipo de responsables, pero las compañías suelen tener bastante que decir. Por ejemplo, el agua de las centrales hidroeléctricas se gestiona como si fuera auténtico champagne. No hay forma más barata de almacenar energía. Pues la electricidad que generan se vende al mismo precio que la de las tecnologías más caras. Sí, al mismo precio que el gas cuando hace unas semanas se vendía a precio de saldo. No tiene ningún sentido ni lógica, ¿verdad? Pues todos estos factores acentúan las fluctuaciones del mercado mayorista y hacen que la luz sea más barata ayer que hoy, ¿y mañana qué?