Papá Noel y Reyes Magos, pero la Navidad también tiene sus enemigos y no es que precisamente repartan regalos, caramelos o buenas noticias. Asustan tanto o más que el recibo de la luz.
No es el fantasma de las Navidades pasadas que, por cierto, fueron bastante más baratas, ni el Grinch que trató de robarla años más tarde. Tampoco es cosa de seres mitológicos de los que meten el miedo en el cuerpo a los niños y de esos hay unos cuantos. El temido Krampus con su saco, el gato Jólakötturinn de Islandia, el Hoteiosho japonés, el tradicional Olentzero. Mientras algunas de estas criaturas alegran todas las celebraciones hay otras que no es que precisamente repartan regalos, caramelos o buenas noticias. Pues, a todas, este año hay que sumarle una más: ¡la factura de la luz! Tercer récord consecutivo en lo que va de semana y ya son 309 euros por MWh de media. Aún hay más… porque incluso de madrugada, como todos estos seres, sigue asustando mucho. No baja de los 290 para convertirse en el peor enemigo de la Nochebuena.
Así, seguro que con estos precios más de uno está pensando, ¡Ay, madre mía, que las luces del árbol de Navidad están encendidas desde el Puente de la Constitución! Pues, tampoco es como para preocuparse demasiado siempre que sean LED. Eso sí, si son de las antiguas la cosa cambia. Tal y como ha recordado Jorge Morales de Labra en El programa de Ana Rosa de Telecinco habría que cambiarlas lo antes posible. Más que nada porque consumen hasta 7 veces más… El coste por guirnalda de 200 bombillas, que son las más habituales, pasaría de los 70 céntimos a más de 5 euros durante todas las Fiestas. La diferencia es notable. Eso si estuvieran siempre encendidas las 24 horas del día, cosa que, por cierto, no es recomendable. Lo mejor es apagarlas antes de ir a dormir por cuestiones de seguridad y también de contaminación lumínica.
Además, son días de cocinar mucho y de estar más tiempo en casa. También de hacer galletas y asados y ahí el gran protagonista es el horno. Optimizar su uso para no llevarse sustos con las facturas es algo más complicado. La clave es usar el calor residual. Requiere de cierta pericia con los fogones, pero es importante. Poco se puede hacer con el precalentamiento. Evidentemente tampoco hay muchas posibilidades durante el cocinado. Los alimentos necesitan el calor exacto y eso es inevitable. Sin embargo, lo que sí que se puede aprovechar es el calor que permanece en el horno tiempo incluso después de apagarlo. Igual que con los fuegos de la vitrocerámica. Pues, en la medida en que se utilice para finalizar su preparación ya se está ahorrando. Por eso, tampoco hace falta tener el radiador de la cocina encendido… Ya viene incorporado en el horno.
Y esto está muy relacionado con el tercero de los enemigos. Sí, con el más peligroso de todos, ¡la calefacción! Precisamente en los radiadores es donde se concentra el mayor gasto energético de las familias en invierno. Mucho más que con las guirnaldas o en la cocina. Para solucionarlo nada mejor que pedirle a los Reyes Magos un termostato inteligente o al menos programable. Lo recomendable es ponerlo siempre a 21ºC, pero cada persona es un mundo y también cada casa. A esa temperatura habrá quien siga teniendo frío… Pues se puede poner a 22ºC que sigue siendo una temperatura aceptable. Eso sí, tampoco mucho más porque por cada grado de más es un 7% extra en la factura. Nada de ponerla a tope para cuando lleguen los invitados a las celebraciones familiares. Ya se irá caldeando la casa por sí sola a medida que se anima la fiesta.