Árboles, bolas, espumillones, calcetines gigantes y todo tipo de adornos, las figuras del Belén y, sobre todo, las hipnóticas luces. Sin embargo, antes de encenderlas hay que saber cuáles son las mejores para evitar sorpresas.
¡Que nunca deje de brillar, menos por la noche! Ya es casi tiempo de Navidad y cada vez son más las familias que aprovechan el puente de diciembre para sacar árboles. También bolas de colores, espumillones que dejan el suelo perdido, calcetines gigantes y todo tipo de adornos que cada vez hay más para elegir, las figuras del Belén y, sobre todo, las hipnóticas luces. No hay casa en la que se resistan a ponerlas incluso con los actuales precios de la luz. Tampoco es para tanto siempre que sean LED. La diferencia de consumo con las convencionales es importante. El coste por tenerlas encendidas durante todas las fiestas cambia y mucho. Las cuentas las ha hecho Jorge Morales de Labra y las ha contado en Madrid Directo de Telemadrid.
De este modo, con la luz más cara de la historia, una sola guirnalda de las antiguas, de las que se pueden encontrar en las cajas de cualquier trastero puede llegar a costar… ¡hasta 40 euros! Eso sí, encendida durante todas las fiestas incluso por las noches, cosa que no se debería hacer. Precio solo en electricidad por cada una de ellas. Así que, si se tienen 10 guirnaldas de bombillas convencionales decorando toda la casa y hasta las ventanas, podrían llegar a ser hasta 400 euros de factura. Lo mejor es tener la fiesta en paz y que la única sorpresa sean los regalos de los Reyes Magos. Nunca en la factura, porque con la tecnología LED la cosa cambia y mucho. Como máximo 5 euros por guirnalda. También para toda la Navidad y eso son casi 8 veces menos.
El coste de tener un árbol de Navidad encendido, si está decorado con luces LED, es de menos de 5 euros por guirnalda desde hoy y hasta el día de Reyes incluso por la noche, cosa que no se debería hacer.
Por suerte, todas las que hay ahora mismo en el mercado son ya LED. Así que lo que hay que hacer ya mismo es cambiar las antiguas. Nada de esperar a que se fundan o a que se rompan, aunque se utilicen solo unas semanas al año. La mejor forma de distinguirlas es acercar un poco la mano y si emiten calor… ¡mala señal! Son más caras y hasta peligrosas. Por eso, la clave para sustituirlas no está en el precio sino en el etiquetado de seguridad. No todas valen para todo y hay diferencias. Hay que fijarse muy bien en el grado de protección IP que obligatoriamente debe aparecer en todos los embalajes y etiquetas. Es un código con dos dígitos. El primero marca el nivel de protección frente al polvo y el segundo contra el agua y la humedad. Siempre en una escala del 0 al 7.
La cifra más baja es el mínimo y la más alta el máximo. Así, en las que pone IP 44 garantiza protección media o media alta para ambas circunstancias. Nivel aceptable, sobre todo, si se habla de agua y se podrían utilizar en el exterior incluso con algo de lluvia. Por el contrario, puede haber otras más baratas, en las que figure en el etiquetado IP 20 o aún menos. Es decir, que apenas protegen frente al polvo y nada contra líquidos. Si se pusieran fuera de casa en cuanto les cayera una sola gotita empezarían ya los problemas. Importante, por tanto, que al aire libre al menos sean de 4. Además, y también por seguridad es fundamental seguir otras pequeñas recomendaciones: dónde y cómo conectarlas, cuánto tiempo deben estar encendidas, no cortarlas, empalmarlas ni tratar de arreglarlas… Todo para que nada pueda aguar las Fiestas…