Sencillo, pagar más cuando las redes están saturadas y menos cuando son infrautilizadas, pero ¿por qué? La respuesta se encuentra en la eficiencia y en la aceleración del cambio de modelo energético.
Lo de la nueva tarifa de la luz esconde más de lo que se ve a simple vista y merece al menos una explicación. Mucho se ha hablado de los tramos horarios, las potencias contratadas y de cómo sacarlas el máximo partido. De ahorro y también de cómo aprovechar todas sus ventajas para contener los altos precios de la luz. Y todo sin tener que hacer maratones de lavadoras durante el fin de semana o planchar de madrugada. Titulares impactantes, no hay que negarlo, pero que no deberían pasar de ser una simple anécdota. Hay mucho más… Más allá de modificaciones en los hábitos de consumo lo que refleja la nueva tarifa de la luz es un cambio de modelo energético. Profundo y muy rápido, como ha contado Jorge Morales de Labra en La brújula de Onda Cero.
Se está electrificando de forma masiva. La electricidad llega a sectores a los que nunca antes se había imaginado. Más limpia y sostenible para una menor dependencia de combustibles fósiles. Buenas noticias. Dentro de unos años todos los coches serán eléctricos. Todos, al igual que la climatización de la mayoría de viviendas y no solo para cuando haga calor. El aire acondicionado ya tiene una gran implantación. También como calefacción con aerotermia. Renovable y mucho más eficiente. Por tanto, se va a necesitar mucha más energía. El consumo irá aumentando en los próximos años progresivamente y de lo que se trata es de que lo haga de forma ordenada y adecuada. En particular en lo que se refiere a la movilidad que es muy relevante.
Del total de la factura de la luz más de 7.000 millones de euros se destinan al mantenimiento de redes eléctricas. Así, con la nueva tarifa se trata de mejorar su eficiencia sin aumentar la inversión en creación de otras nuevas.
Así, lo que no hay que hacer es conectar el coche eléctrico cuando se llega a casa a las 6 o las 8 de la tarde. Eso lo que haría es saturar aún más las ya de por sí congestionadas redes eléctricas. De lo que se trata es de que haya un incentivo clarísimo a cargar ese coche a otras horas en las que esté más liberada y eso es de madrugada. Tiene su lógica y es la razón de fondo del cambio tarifario: ahorrar en la creación de nuevas redes que soporten toda esa demanda a largo plazo. Además, es algo que viene impuesto por la Comisión Europea. No es un capricho ni tampoco para fastidiar al consumidor. Pagar más cuando la red esté sobrecargada y menos cuando se encuentre infrautilizada. Tan sencillo como eso y tan complejo como calcularlo y repartirlo.
De hecho, es la primera vez en la historia que se calcula el precio de la luz para este componente. No es ninguna tontería porque las redes suponen más de 7.000 millones de euros en los recibos. Eso es lo que cuesta mantenerlas y ampliarlas cuando, en realidad, la mayor parte de las horas del día están sin utilizar. Pues bien, hasta ahora, lo que ocurría es que los distintos Gobiernos decidían como querían repartir el importe entre los consumidores. Fundamentalmente por criterios políticos y ahora se ha creado una metodología propia. Muy compleja, por cierto, para no tener que aumentarlo. El coste de las redes eléctricas se mantiene, pero el reparto se hace de forma diferente pensando en el futuro. El origen de reforma busca la eficiencia del sistema.