Suben temperaturas, se funde la nieve, vuelve el viento y las renovables, desciende la demanda y, aunque Filomena ya ha desaparecido del mapa el precio de la luz sigue sin bajar, ¿por qué?
De hecho, vuelve a subir y lo seguirá haciendo en los próximos días. Algo raro pasa. Filomena trajo consigo mucho frío y muy bajas temperaturas que dispararon la demanda, poco viento y aún menos sol que congelaron las renovables. Pues, además, coincidió con el incremento del precio internacional del gas. Explosiva combinación para desatar la tormenta perfecta en el recibo de la luz. Subió hasta máximos históricos y ahora como que parece que le cuesta bajar. Enorme resistencia la suya, aunque todos los factores vayan volviendo a la normalidad. De hecho, el precio del MWh para hoy es de 82 euros. Demasiado cerca del máximo de 95 de hace unos días y hay que recordar que la media fue de menos de la mitad. Tan solo 33 euros MWh. Pues lo que viene para mañana es aún peor y no solo por el precio: 76 euros por MWh.
La factura de la luz en España se ha incrementado casi un 60% desde 2007. Se sitúa muy por encima de la media de Europa y la llegada de Filomena ha empeorado la situación.
Sensiblemente inferior, pero, como ha explicado Jorge Morales de Labra en Las cosas claras de TVE, ahí está el problema. Debería ser aún menor. No hay más que echar un vistazo a la previsión meteorológica para darse cuenta. Mañana precisamente volverá a soplar el viento. Ausente en los últimos días y lo hará con fuerza. Llega de nuevo una de las formas más baratas de producir energía junto al sol y el precio de la electricidad apenas baja. Seguirá a niveles estratosféricos. Así que, digan lo que digan, Filomena y las causas externas que lo han disparado no son las únicas. Hay más como las propias reglas de juego del sistema. Es evidente porque mientras las eléctricas se están forrando. Las que tienen centrales nucleares, hidroeléctricas o eólicas están cobrando literalmente agua a precio de champán. Eso sí, siempre que tienen beneficios récord, su excusa es la misma: mercados internacionales.
De eso nada de nada, porque al final es el consumidor quien acaba pagando. Pues hay dos maneras o dos herramientas con las que solucionarlo. La primera es tocar los impuestos y las eléctricas seguirían engordando sus cuentas de resultados. Tan compleja de llevar a cabo como la segunda. Actuar sobre las reglas de juego y la manera en la que esas subidas se trasladan al recibo de la luz. Pues se haga lo que se haga depende de muchos factores e intereses: fiscales, económicos, legales, sociales y hasta políticos. Por supuesto, también empresariales y a ver quién es capaz de meterle mano a las grandes eléctricas. Y es que en todo esto, además, tienen mucho que ver las llamadas puertas giratorias. Es decir, los políticos que luego casualmente acaban trabajando para las energéticas. No son casos aislados y dan mucho que pensar.
Expresidentes y exministros tanto del PP y del PSOE ocupan puestos en los Consejos de Administración de algunas de las grandes compañías energéticas de España.
Igual se les debe algo. Pues lo primero que hay que decirle a la gente es que existe una Ley que regula a los altos cargos y sus posibles incompatibilidades. Nadie que haya tratado con el sector energético o en su regulación durante el ejercicio de su cargo puede trabajar para ellas en los siguientes dos años. La realidad es otra cuando se mira quien forma parte de sus Consejos de Administración. Más de una decena. No hace falta señalar con nombres, pero si comentar sus sueldos. Ninguno cobra menos de 165.000 euros al año. Una pasta. Incluso, más que en sus anteriores cargos políticos o en el Gobierno. Sueldos que suben a la velocidad que lo hace también la luz. Hay algo aún más curioso. Muchos ni siquiera han tenido nunca relación con el sector y ocupan puestos de mucha responsabilidad. Raro, muy raro.
En esta situación y ante la imposibilidad de bajar los precios el sentimiento que está en la calle, lo que todo el mundo piensa y no es ningún secreto, es que algún favor se les deben deber.