
El gasto energético de septiembre. ¿por qué ha subido la factura?
Puede ser el mes en el que el consumo eléctrico se dispare… o el perfecto para poner orden en la factura. Con hábitos más eficientes, pequeños cambios y algo de planificación, el regreso a la rutina no tiene por qué traducirse en un susto en el recibo. El gasto energético de septiembre…
La vuelta de las vacaciones no solo trae el final de los días largos y las cenas al aire libre. Los primeros días de octubre suelen traer también una sorpresa poco agradable… La factura de la luz de septiembre que vuelve a subir. Después de un agosto en el que el consumo eléctrico se reduce en muchos hogares, el regreso a la rutina marca un cambio drástico. Ordenadores, lavadoras, aires acondicionados que aún resisten al calor tardío, y un sinfín de pequeños aparatos encendidos sin parar, hacen que el contador vuelva a girar con fuerza. Y ese giro se traduce en más kWh… y, por supuesto, en euros. Tampoco hay que asustarse. Tiene su lógica…
A veces, el aumento no tiene tanto que ver con una subida del precio de la electricidad, sino con el simple hecho de volver a casa, llenar la nevera y encenderlo todo de nuevo. Septiembre y octubre son, energéticamente hablando, los meses de reactivación.
Agosto, el mes del respiro energético en casa
Durante el verano, y especialmente en agosto, buena parte de los hogares desconectan, y también lo hace su consumo eléctrico. Muchas familias están fuera, se cocina menos, se apagan luces y televisores, y los electrodomésticos funcionan a medio gas. Incluso el famoso consumo fantasma del stand by se reduce si se desenchufan los aparatos antes de salir de casa. El resultado se nota en la factura. Menos horas de uso, aparatos conectados y, en definitiva, gasto. Por eso suele ser uno de los meses con menor demanda doméstica del año.

El gasto energético de septiembre. ¿por qué ha subido la factura? (10 de octubre de 2025).
Septiembre y el regreso a la rutina
Pero con septiembre todo cambia. Es como volver a encender la casa. Se retoman los horarios, las comidas en casa, las duchas a distintas horas y las tareas domésticas pendientes. El frigorífico vuelve a estar lleno, la lavadora recupera el ritmo de varios ciclos a la semana, y el horno o el microondas se usan a diario.
A eso se suma un detalle que a menudo pasa desapercibido: el tiempo frente a las pantallas. La vuelta al cole, las clases online, el teletrabajo o las tardes de ocio con series y videojuegos hacen que la demanda doméstica de electricidad se dispare.
Además, el teletrabajo y el estudio hacen que los ordenadores, tablets o portátiles permanezcan encendidos muchas más horas que en verano. Lo que parecía un consumo “ligero” se transforma en un uso constante que dispara el gasto. En apenas unos días, se pasa de un modo de ahorro natural a un consumo eléctrico sostenido.
El calor tardío y el aire acondicionado
El otro factor que lo convierte en un mes especial es el calor. Cada año es más habitual que septiembre llegue con temperaturas propias de julio. Las olas de calor tardías hacen que el aire acondicionado siga encendido buena parte del mes, especialmente en el centro y sur peninsular. Y ahí está la trampa: cuando se combinan los consumos del día a día con los de climatización, la factura se dispara. Mantener una temperatura de confort entre 24 °C y 26 °C y usar el modo eco puede marcar la diferencia, pero el incremento en la demanda eléctrica es inevitable.

El gasto energético de septiembre. ¿por qué ha subido la factura? (10 de octubre de 2025).
Consecuencias en la factura y cómo contener el gasto energético de septiembre
El resultado, de todo esto y de algunos factores más, se en la factura del mes de septiembre que se acaba de recibir. Aunque el precio del MWh no haya subido significativamente, el gasto total sí lo hace porque se consume más energía. A este incremento se suman otros costes regulados, como cargos del sistema o servicios adicionales, que amplifican la diferencia. En cifras, septiembre suele ser entre un 10 % y un 20 % más caro que agosto para muchos hogares. No porque la electricidad valga más, sino porque simplemente se usa más y durante más tiempo.
La buena noticia es que hay margen para actuar. Con algunos ajustes sencillos se puede reducir el impacto del regreso a la rutina: programar electrodomésticos (en horas valle si se tiene tarifa variable); aprovechar la luz natural y ventilar pronto para reducir el uso de aire acondicionado; desenchufar cargadores y aparatos en stand by; revisar la temperatura del frigorífico; y comparar tarifas o pasar a modelos indexados (más ajustados al precio real del mercado, son siempre una gran idea.