Hay costumbres que, como los refranes, nunca deberían cambiar y otras, como las subidas de la luz, a las que no habría que acostumbrarse bajo ningún concepto. Pues eso, en abril, el recibo eléctrico vuelve a subir.
Tal es el poder de las eléctricas que ya cambian hasta el refranero. Con lo bonito que era eso de en abril aguas mil y todas en un barril…. Siglos de tradición y sabiduría popular echados a perder por intereses de unas pocas compañías. Y eso que lo de los refranes siempre ha tenido un poco que ver con la economía de lo que de verdad importa. Más lluvias han venido siendo sinónimo de buenas noticias. También para el recibo de la luz, pero este año ni con esas. Más agua en los embalses y ya se sabe que la hidroeléctrica es la forma más barata de producir electricidad. Pues nada de nada. La factura eléctrica en abril va a ser más cara incluso que la de enero y ya fue de las históricas. 26% más caro que el del mismo mes de 2020 y quedará en 70 euros.
Siempre hay excusa. Que si el frío, la nieve, los mercados internacionales, o el precio del gas. Da igual cuál. Siempre hay alguna y si no se busca una nueva para poder aumentarlo todos los meses desde que comenzara el 2021. Ya en enero la electricidad fue un 25% más cara que en todo el año anterior. En esta ocasión la explicación tuvo nombre propio, Filomena. Más bien la nieve que hizo subir la demanda a la vez que paralizó las renovables. Ahora llega abril y la primavera y más de lo mismo. No solo sigue sin bajar, sino que además continúa en ascenso. Vuelve a estar muy cerca de los 70 euros al mes por familia y ya es demasiado. De hecho, lo normal para esta época del año es que no llegara ni a los 50 y la diferencia de precio respecto a febrero ya es del 40%.
Pues, como ha contado Jorge Morales de Labra en Telexornal de Televisión de Galicia, esta vez también han encontrado un par de excusas. La primera y se viene arrastrando desde semanas. Los derechos de emisión de CO2 están en máximos históricos. Es decir, que las centrales más contaminantes tienen que pagar por generar gases de efecto invernadero y al final lo repercuten en los recibos. Así, directamente. Si hace un año les costaba 20 euros por tonelada ahora son ya 45 y se los pagamos entre todos. Esto por un lado, porque además la situación se ha complicado en las centrales nucleares francesas. Están produciendo por debajo de lo esperado y ese menor rendimiento está tensionando los precios en toda Europa. Tanto que ya se notan sus efectos.
Desde enero el recibo de la luz lejos de bajar no para de subir. En abril la electricidad un 26% más cara respecto a febrero y 40% mayor si se compara con el mismo mes del año anterior.
Francia comprando energía en lugar de exportarla que es lo que venía sucediendo siempre por esta época del año. Las centrales nucleares en Francia son ya bastante antiguas. Tienen 30 años o más y necesitan de mantenimientos periódicos que, por cierto, se están complicado por las restricciones del COVID-19. Cada vez que se hace una revisión o se recarga combustible se debe juntar a más de mil personas. Pues ahora no es tan fácil como parece con todos los protocolos de la pandemia. Por eso, todas estas operaciones se están alargando más de lo deseado y tiene sus consecuencias. Sobre todo, porque sigue haciendo frío. Todavía hay una gran demanda de energía debido a que los sistemas de calefacción eléctrica siguen encendidos en gran parte de Europa. No dan abasto y tienen que traerla de fuera.
Desde España y también desde Alemania, Italia y otros países y eso hace que el precio suba. Todo por un error de cálculo. La previsión les ha fallado y pensaban que ya iba a bajar un poco la demanda. Francia está al limite de volumen de energía, pero es algo que tampoco debería afectar tanto a los precios de aquí. El problema se encuentra en el diseño del sistema. En manos de unas pocas empresas y ya se sabe lo que sucede cuando eso pasa. El modelo energético falla. Está mal montado o más bien lo contrario. Quizá esté perfectamente pensado para dar siempre beneficios extraordinarios se ponga la excusa que se ponga. Ya se sabe que, a río revuelto, ganancia de pescadores… y siempre ganan los mismos. Pues hay que añadir uno más, marzo ventoso y abril lluvioso, sacan a mayo florido y hermoso. A ver qué pasa.