Ahora sí, ahora no, … Al final a las eléctricas no se les retirarán los beneficios de los contratos a precio fijo, pero ¿están libres de las subidas de la luz estas tarifas?
El anuncio de que al final las eléctricas se librarán del recorte de beneficios extraordinarios no ha pillado por sorpresa a nadie. Eso solo si venden su energía a precio fijo y cobran menos de 60 euros por MWh… Y debe ser bueno para ellas porque no paran de poner anuncios en radio y televisión, pero… ¿Están libres de las subidas de la luz estos contratos estables? En el mercado eléctrico se distinguen dos tipos de tarifas. Éstas y la oficial, también llamada PVPC a la que apenas se conoce porque no se publicita. Difícil de encontrar y, sin embargo, en los últimos años ha sido siempre la más barata. Bastante más. Casi un 30% y luego ya vienen las ofertas del mercado libre. Las que llaman a las casas ofreciendo cuantiosos descuentos, horas y hasta meses gratis, que a la larga salen mucho más caras.
No acaba ahí la cosa porque, además, en el mercado libre son las propias compañías las que ponen todas las condiciones. Por eso, hay que pensárselo muy mucho antes de hacer cualquier cambio. La clave suele estar en la letra pequeña y la verdad es que a veces es minúscula. Ahí es donde hay que buscar siempre la cláusula de renovación o actualización de precios. Hoy pueden ser 60 euros/MWh y que a los pocos meses suba a 80. Eso sin contar con las posibles permanencias. No tienen protección alguna del Gobierno como la oficial.
Parte de la solución podría ser proteger los contratos en el mercado libre, pero es un poco difícil. Además, como ha contado Jorge Morales de Labra en Todo es mentira de Cuatro TV, en realidad, el problema es otro. Tiene más fondo y es de mayor calado. Antes de nada, de seguir haciendo cualquier cambio, lo primero que hay que resolver es cómo retribuir a las tecnologías en las que no hay competencia posible: nucleares e hidroeléctricas. Tienen costes de producción más bajos que el resto y, sin embargo, siempre cobran el de la central más cara de todas. El sistema marginalista lleva vigente más de 20 años, permitiendo que un oligopolio de empresas sea quien realmente controle los precios. La ventaja competitiva que tienen es tan grande como evidente. Hoy nadie puede construir pantanos como se hicieron a mediados del siglo pasado.
Ahora ya no se puede anegar pueblos enteros para construir embalses ni tampoco instalar reactores nucleares como en los años 80. Eso sin tener en cuenta que, además, se avalaron y, en algunos casos, construyeron con dinero público. De no haber sido así tampoco se habrían podido poner en funcionamiento en aquella época. Es decir, que hay una serie de activos en el sector eléctrico en los que no se admite competencia y, sin embargo, la ley del sector eléctrico ficciona como si la hubiera. No es algo real y para que de verdad funcione el sistema marginalista es necesario que la haya. Pues, en realidad, esta circunstancia no se da. Por eso, no se entiende que la medida estrella del Plan de Choque luz, la que por fin iba a acabar con esta desigualdad que determina el funcionamiento del propio sistema se haya echado para atrás.
Ya no habrá retirada de ingresos extraordinarios a las eléctricas para los contratos a precio fijo de menos de 60 euros por MWh. Adiós a la piedra angular que iba a acabar con una desigualdad que lleva instaurada dos décadas. Con esta nueva enmienda se deshace la medida anterior y todo vuelve a quedar como estaba. Es decir, las eléctricas vuelven a campar a sus anchas en el mercado. La única solución es y sigue siendo resolver el problema de fondo. Algo que solo es posible eliminando para siempre esos beneficios caídos del cielo de las centrales en las que no hay competencia posible.
