Lo de las certificaciones de origen de la energía hay que reconocer que tiene su miga y también su propia verdad, pero lo que no quiere decir en ningún caso es que la electricidad que llega a casa venga solo de fuentes renovables.
Potencia contratada, costes regulados, peajes, impuestos, cargos, servicios añadidos … Seguro que a base de darle vueltas al recibo de la luz para intentar descifrarlo más de uno se ha detenido en la única información que parece clara. El clásico gráfico del quesito que refleja el origen de la energía consumida. Aparece ahí desde hace años y no indica otra cosa más que el porcentaje de energía que se ha producido con cada una de las tecnologías. Verde para las renovables, rosa para la nuclear, azul claro para los combustibles como el gas y negro, como no podía ser de otra forma, para el carbón. Hay algunos más, pero tampoco hace falta detallarlos todos. Están ahí en la factura. Eso sí, de lo que menos personas se habrán dado cuenta es que al lado suele aparecer una letra como las de las etiquetas de eficiencia energética de los electrodomésticos.
A, B, C, D, E y también F. La diferencia es que en vez de reflejar el consumo lo que viene a determinar son las emisiones de CO2 de la energía consumida. Por supuesto, A es menor cantidad de dióxido de carbono emitido a la atmosfera y F, mayor. O lo que es lo mismo más fuentes verdes y limpias o más contaminantes y grises. Eso no cambia, lo que si lo hace es el porcentaje de cada una de esas tecnologías. No es un secreto, cada vez hay mayor presencia de renovables en el sistema y eso son buenas noticias. Más sol y más viento para producir electricidad barata. También menos combustibles. Pues, a partir de ahora, se puede ampliar esa información. Voluntariamente cada consumidor puede solicitar a la compañía de la luz que le detalle exactamente las fuentes que componen su cesta energética.
Por la red eléctrica viajan todos los electrones juntos: verdes, azules, grises o de cualquier otro color. Imposible distinguirlos, pero las certificaciones de origen tienen otras implicaciones.
Misión casi imposible. Aquí es donde empiezan los problemas… porque es más complicado de lo que parece. Sobre todo, porque los electrones no son de colores. No los hay verdes, pero tampoco azules o grises. En el sistema eléctrico toda la energía que se produce se consume en tiempo real. En ese mismo instante y, además, toda la electricidad viaja junta por la red hasta los enchufes. La que producen las centrales de gas o carbón y, por supuesto, la que viene de las eólicas o solares. Indistinguibles. Por eso, como ha explicado Jorge Morales de Labra en Tarde o Temprano de Radio Canarias, la CNMC ha creado un modelo de certificaciones. Así, la Comisión Nacional de Mercados y Competencia garantiza el origen de energía en base a la producción de cada una de las tecnologías del año anterior. Hasta ahí todo más o menos bien, ¿verdad?
Contabilizan con todo lujo de detalles el total de la energía sostenible y limpia que haya sido producida solo con fuentes renovables durante los últimos 365 días y expiden un certificado al productor. Sencillo, pero luego la cosa se complica un poco más. Sí, porque después permiten redimirlo, que es como se llama de forma técnica, contra el consumo de cada usuario. Es decir, que quien quiera energía verde no va a conseguir que le pinten los electrones para distinguirlos y se los manden todos juntos a casa. No, eso no. Solo cuando el 100% de la electricidad sea renovables se podrá garantizar que toda la que sale por los enchufes también lo es y para eso aún queda un tiempo. Mientras, lo que sí se puede lograr es que las compañías certifiquen así que han comprado la misma cantidad de energía verde que la que se ha consumido.
La única forma de garantizar o certificar que toda la electricidad que sale de los enchufes sea verde y sostenible es que toda la producción se realice con fuentes renovables.
Por eso, tampoco hay que hacer mucho caso a esto de los certificados de origen de la energía. Más que tratar de eficiencia y sostenibilidad en realidad con lo que tiene más que ver es con la ingeniería y las matemáticas. Mucho cálculo aritmético para finalmente venir a decir muy poco. Tan solo que en España se ha producido durante el último año una cierta cantidad de energía con diferentes fuentes y que se la han asignado a determinadas personas. Normalmente porque pagan un poco más. Sin embargo, la que circula por la red hasta llegar a los hogares es la misma para todos. Sí, independientemente del color del gráfico de la factura y la letra que aparezca en la factura. Eso sí, también indica un deseo y una tendencia para seguir avanzando hacia un modelo en el que exclusivamente se consuma energía verde y limpia. 100% renovable.