Dudas razonables sobre la energía nuclear en España
El debate sobre la energía nuclear en España ha vuelto a ocupar titulares. Otra vez. Y no es para menos, porque estamos en un momento clave. El calendario de cierre de las centrales ya está en marcha, pero las dudas siguen encima de la mesa. ¿Está preparado el sistema eléctrico español para vivir sin nucleares? ¿Vamos a pagar más por la luz si se cierran? ¿Se pueden alargar más allá de los 40 años para los que fueron diseñadas? Y sobre todo… ¿quién va a pagar la factura, literal y figuradamente, del cierre y desmantelamiento de estas instalaciones?
No se trata solo de una cuestión ideológica, aunque muchos intenten presentarlo así. Aquí el verdadero debate es económico. Porque más allá del riesgo o la tecnología, lo que está claro es que mantener una central abierta cuesta dinero. Cerrar una, aún más. Y almacenar los residuos nucleares durante los próximos 10.000 años… mejor ni hablar. Así que antes de decir sí o no, toca repasar los números, entender el modelo que tenemos en España y poner los costes sobre la mesa. Todos. Porque si no, estaremos tomando decisiones sin saber lo que realmente implican.
¿Está preparado el sistema eléctrico español para funcionar sin nucleares?
Ahora mismo, si se cerraran a la vez las siete centrales nucleares que están en funcionamiento en la actualidad, la respuesta es clara: no. Es muy probable que no hubiera electricidad suficiente para todos los días del año. Sin embargo, si el cierre se realiza de forma escalonada, como está previsto, no habría problema. La clave está en la gradualidad. El sistema puede adaptarse si se va sustituyendo la generación nuclear por otras fuentes paso a paso, no de golpe.
¿Cerrar las nucleares encarecerá la factura de la luz?
Este es uno de los argumentos que más se escuchan entre los que defienden la energía nuclear: si se cierran las centrales nucleares, incluso cumpliendo el calendario, la luz subirá más de un 25%. Pero ¿es esto cierto? Depende. Todo está en cuál sea la fuente que las sustituya. Si se reemplaza ese 20% de energía nuclear por gas, la factura subirá, porque generar electricidad quemando esta materia prima es mucho más caro. Sin embargo, si como está previsto, se sustituye sobre todo por solar y eólica, el resultado podría ser justo el contrario: una electricidad incluso más barata que la actual. Así que todo depende de cuál sea la tecnología sustitutiva.
¿Se pueden alargar más los años de vida de las centrales?
Sí, se puede, Eso sí, hay que tener en cuenta que eso implica asumir más riesgo y, sobre todo, inversiones millonarias. Algunas centrales ya han ampliado su vida útil hasta los 46 o 48 años. Más de lo que estaba inicialmente previsto. Así que si se decide continuar más allá de esa fecha supondría la realización de obras importantes y costosas. Aquí es donde muchas empresas no están dispuestas a avanzar si no hay una compensación económica clara a cambio.
Dudas razonables sobre la energía nuclear en España – Hora 25 de Cadena SER (24 de marzo de 2025).
En definitiva, ¿nucleares sí o nucleares no?
La respuesta fácil a esta pregunta no existe. Lo que hay que hacer es poner todos los costes sobre la mesa. El debate real es económico, no político. Y hay una parte que se está ocultando a la opinión pública que es el coste del desmantelamiento y la gestión de los residuos nucleares. Las centrales nucleares que hay ahora mismo en funcionamiento se construyeron pensando en que operarían 40 años. Ahora muchas llevan más. Y desmantelar una central es un proceso caro y largo. Se habla de 500 millones, pero ya hay casos en los que se triplica esa cifra. Además, no existe experiencia internacional de cierre masivo de tantas centrales a la vez, salvo en Alemania, donde el coste se ha disparado.
Y luego están los residuos nucleares. Son peligrosos durante 10.000 años. Para ponerlo en perspectiva: hace 10.000 años el ser humano empezaba a cultivar la tierra. ¿Quién y cómo va a custodiar esos residuos durante tanto tiempo? Nadie lo sabe. Y eso cuesta dinero. Mucho. En la mayor parte de los países, ese coste está socializado. Las empresas explotan las centrales y luego le entregan las llaves al Estado, que se hace cargo de todo. En España, el modelo es híbrido: las empresas aportan cada año a un fondo para el desmantelamiento, pero todo el mundo sabe que no va a ser suficiente. Y el resto, se pagará entre todos los ciudadanos.