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La complicada situación de las calefacciones comunitarias

A la tarifa TUR solo se pueden acoger los consumidores con un límite de 50.000 kWh al año y eso complica la situación de las calefacciones comunitarias. Verán multiplicadas sus facturas por 4 si no se encuentran soluciones a tiempo.

La complicada situación de las calefacciones comunitarias
La complicada situación de las calefacciones comunitarias – Más vale tarde de La sexta (3 de octubre de 2022).

Invierno complicado para las comunidades de propietarios. El Gobierno tiene protegida la tarifa TUR, pero de momento no se puede aplicar a las calderas colectivas. La diferencia entre poder contratarla o no puede ser de hasta multiplicar por cinco la factura de la calefacción. Eso sí, para poder beneficiarse de su precio, y protegerse ante posibles subidas, hay un límite. La Tarifa de Último Recurso, como su propio nombre indica, se creó para proteger al consumidor vulnerable y, siguiendo las indicaciones de la Unión Europea, solo pueden serlo aquellos colectivos cuyo consumo de gas sea inferior a 50.000 kWh al año. La cuenta es sencilla… si un hogar utiliza de media unos 9.000, enseguida que en un edificio vivan 7 u 8 familias la cifra se supera con creces.

La complicada situación de las calefacciones comunitarias
La complicada situación de las calefacciones comunitarias – Más vale tarde de La sexta (3 de octubre de 2022).

El problema es que, en la mayoría de los casos, las familias tienen, más o menos, los mismos recursos o menos que los que se calientan con calderas individuales. No se trata de una cuestión de rentas ni nada parecido. Tan solo es un diferente sistema de calefacción. Por este motivo, no debería haber distinciones y se debería cambiar la Ley que lo regula. De hecho, su importancia es tal que ya está sobre la mesa entre todas las medidas de ahorro y eficiencia energética para este invierno. Ya se han incluido algunas modificaciones para paliar la situación. Por ejemplo, aplicar la rebaja del IVA del gas a este tipo de consumidores, pero no es suficiente. Por eso, hay algunas comunidades que ya han decidido individualizar el uso de la calefacción. Abrir o cerrar los radiadores bajo demanda para reducir el consumo.

Mientras se busca una solución definitiva, los usuarios de calefacciones van pensando en algunas alternativas. Sin embargo, los radiadores eléctricos tampoco son la solución. Más caros que el gas, salvo si se trata de bombas de calor.

Y es que… no hay duda. Desde el punto de vista de eficiencia energética lo mejor es tener una sola caldera para todo el edificio. Más que tener una individual para cada vivienda, que una gran parte de la población piense lo contrario porque la abra y la cierre cuando quiera. No es más barato por mucho que se empeñen. Otra cosa bien distinta es que sea necesario poner algún tipo de regulación en los radiadores. Puede haber calefacción central y hacer que se cierren las válvulas de forma automática cuando se alcance la temperatura de confort deseada. Aun así, son muchos los edificios en los que no se encenderá la caldera este año, salvo que cambie mucho la cosa. Lo peor de todo es que no les ha dado tiempo a buscar soluciones. El tiempo se les ha echado encima ya en pleno otoño.

calefacción comunitaria
La complicada situación de las calefacciones comunitarias – Más vale tarde de La sexta (3 de octubre de 2022).

Normal que ahora estén echando cuentas para ver cómo pueden ir repartiendo los costes. Una alternativa sería complementarlo con otros sistemas de climatización. El problema añadido es que el precio de la electricidad también sigue siendo alto por lo que los radiadores eléctricos tampoco son la solución ideal. De hecho, el coste sería muy similar. Lo que sí podría ser mejor solución son las bombas de calor. Utilizarlas podría suponer un coste de 157 euros. Cantidad muy similar a la que se pagaba antes con el gas y, sobre todo, mucho más eficiente que cualquier otro sistema que emplee electricidad. Más que los radiadores de aceite, los calefactores de aire de los baños o los infrarrojos. Todo eso es más caro que el gas, incluyendo los toalleros, que tanto gustan a la gente. Sin embargo, esas son las medidas de la resignación. Lo ideal sería cambiar la normativa.

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