Lo pide Bruselas, pero es imposible el control del ahorro energético en los hogares, aunque en otros países como Austria tratan de incentivarlo y evitar el exceso de consumo. Además, hay otras muchas que se pueden hacer para ahorrar en casa.
Todos están de acuerdo en el fondo, aunque no en la forma. La Unión Europea está buscando soluciones a la subida del precio de la energía y poner fin a las amenazas de Rusia. El consenso está en que hay que ahorrar energía, pero el desencuentro llega cuando se habla de la forma para conseguirlo. Aun así, se han puesto sobre la mesa cinco grandes medidas que todos los países deben cumplir: poner un tope a los ingresos de las centrales que utilizan fuentes de energía más baratas para producir electricidad como renovables y nucleares; fijar también un impuesto a las petroleras que han tenido últimamente grandes beneficios; establecer un limite al precio del gas que viene de Rusia; y crear ayudas estatales a las distribuidoras que llevan la electricidad a los hogares. Esas y una más… Aprobar una reducción del consumo obligatoria en las horas punta.
En Austria se incentivará el ahorro y la eficiencia energética creando un sistema de franquicias por las que el precio sea más barato en los primeros kWh y que a partir de cierto nivel de consumo sea tan caro que sea casi imposible pagarlo.
En España ya se han puesto algunas, aunque sin limitación horaria ni tener que mirar el reloj. Desde el pasado mes de agosto los espacios públicos, comerciales y culturales, se exponen a multas si no cumplen con el plan de ahorro y eficiencia energética. Es decir, en el caso de que no respeten las temperaturas establecidas o con las nuevas normas de iluminación. En el ámbito doméstico es otra cosa. No hay obligatoriedad y parece improbable que se pueda imponer algún tipo de sanción por exceso de consumo. Eso sí, como ha recordado Jorge Morales de Labra en Noticias 1 de Canal Sur TV, hay otras fórmulas para incentivar su cumplimiento. En otros países como Austria han creado su propio sistema: franquicias de consumo en las que el precio sea más barato y que a partir de cierto nivel de consumo sea tan caro que sea casi imposible pagarlo.
Por eso, y por otros muchos motivos, es recomendable tratar de reducir el consumo en casa como sea. Hay muchos trucos y consejos para lograrlo, pero uno de ellos es fundamental. Usar la calefacción o el aire acondicionado solo cuando sea necesario y de forma eficiente. La medida estrella que todas las familias deberían poner en marcha ya mismo es la compra de termostatos inteligentes o cuanto menos que sean programables. Incluso sería buena idea que los gobiernos financiaran su adquisición e instalación. Nunca es tarde para hacerlo. Hay algunas cosas más que se pueden hacer en casa como… Tratar de aprovechar al máximo la luz natural, la del sol. Más barata imposible y solo en el caso de que no sea posible utilizar siempre bombillas LED. Gastan hasta 7 veces menos que las convencionales y se nota en las facturas.
También optar por electrodomésticos de alta clasificación de eficiencia energética y, sobre todo, utilizarlos de forma racional. Por ejemplo, el lavavajillas, solo se debe poner a carga completa y en el programa ECO. Lo mismo con lavadora en la que lo que más importa si se habla de energía es la temperatura. Siempre mejor en frío o 30ºC como máximo. También estar pendientes de no dejar conectados en modo stand by la televisión o cualquier otro dispositivo electrónico y, por supuesto, desconectar las regletas para evitar el consumo fantasma. A medio plazo se puede mejorar el aislamiento de las viviendas con ventanas de calidad con doble acristalamiento. O pensando ya en el futuro, instalar paneles fotovoltaicos para generar la propia electricidad. Así, no se volverá a depender más de los precios del mercado. La energía más barata es la que no se derrocha y más aún la del autoconsumo.