Aún tardará un poco, pero hay acuerdo. La reforma del sistema eléctrico ya está en camino, pero lo que no se sabe bien es la forma en la que afectará a los consumidores. Precios más estables que dependerán de la forma en la que se ejecute el mecanismo.
No hay que adelantarse a los acontecimientos. Tampoco lanzar las campanas al vuelo, que se decía antiguamente, ni descorchar la botella de champán antes de tiempo. Esta expresión algo más moderna. Sin duda, el principio de acuerdo para la reforma del sistema eléctrico es una muy buena noticia. Hay que celebrarla, pero con cautela y, sobre todo, con paciencia. Lo han firmado los 27 países de la UE en el Consejo, pero aún le queda un largo camino por recorrer y muchos obstáculos. Luego se debatirá en el Parlamento Europeo, aunque parece que las posiciones están ya muy cercanas. Por eso se espera que pronto acabe en una directiva comunitaria. No acaba ahí porque luego hay que llevarla a la legislación española. Todo este proceso no es inmediato. Tiene sus plazos y puede llevar entre 1 y 2 años. Hasta 2025, más o menos.
La idea en el fondo es sencilla, que los precios bajos que ofrecen las renovables cuando hay viento y lluvia no desaparezcan en cuanto el precio de gas se dispare como ya ha pasado con la guerra en Ucrania o las tensiones entre Israel y Gaza.
Vistos los tiempos ahora la duda es si ¿conseguirá bajar el precio de la luz y los recibos? La idea de fondo es sencilla. En España 3 de cada 4 MWh, el 75% de la energía que se genera es de origen renovable o nuclear. No tiene nada que ver con los combustibles fósiles. Ni con el gas ni tampoco con el petróleo. Sin embargo, el precio que los consumidores pagan todos los meses en sus recibos sí que dependen de estas fuentes contaminantes. Por eso, el acuerdo al que se ha llegado en Europa es precisamente ese. Es decir, como ha explicado Jorge Morales de Labra en La linterna de COPE, que las nuevas centrales renovables o nucleares que se vayan a construir en los próximos años tengan un precio fijo. Mayor estabilidad en las facturas para evitar los sobresaltos que se están produciendo en los últimos años.
Todo porque sus costes no dependen en absoluto de los combustibles fósiles. De este modo se entendería que la volatilidad que se está viviendo estos años a partir de 2025, o cuando empiecen a funcionar estas nuevas centrales, será menor.
Esta es la teoría, pero… esa estabilidad podría ser mayor o menor dependiendo de un factor que no se ha comentado todavía. No está clara la forma en la que las centrales actuales, las que ya están en funcionamiento, van a intervenir en el proceso. Importante, porque si en España se está instalando renovables, principalmente eólica y solar, todos los años equivalentes al 2% de la energía total que se necesita, no salen las cuentas. Así, el nuevo mecanismo de precios fijos a largo plazo solo se aplicaría a ese porcentaje. Insuficiente. Apenas se notaría. Por el contrario, si aplicara a las ¾ partes de la energía de hoy que no tiene que ver con los combustibles la cosa cambia. Entonces sí que se tendrían unos precios mucho más estables. Algo a lo que sin duda se van a oponer las grandes eléctricas. Mejor guardar de momento el champán.