Más ahorro para los consumidores y menores beneficios para las eléctricas. La propuesta de reforma del sistema eléctrico tiene ganadores y perdedores, pero lo importante es que, por primera vez, le da la vuelta a la tortilla.
Hacer una tortilla de patata es aparentemente sencillo sin entrar en el debate de si con o sin cebolla. Tan solo se necesitan los ingredientes mencionados anteriormente y un par más: huevos y aceite de oliva virgen extra. Sencillo. En principio, solo hay que mezclar los ingredientes y ¡listo! Sin embargo, hay que reconocer que tiene su truco. La proporción y cantidad de cada uno de ellos, el tiempo de fritura, la temperatura del aceite, el escurrido… y, sobre todo, la forma en que se le da la vuelta. Ahí es donde se encuentra la dificultad y gran parte de éxito. No es fácil. Tanto como que hay multitud de accesorios de cocina para hacerlo de la forma más eficiente e, incluso, se ha creado una nueva versión para evitar esta maniobra. La tortilla para extranjeros o también llamada Sacha que solo se cocina, por un lado.

No es lo mismo. Eso sí, cuando por fin se le da la vuelta a la tortilla la satisfacción es enorme. Y eso mismo es, ni más ni menos, lo que se pretende con la propuesta de reforma del mercado eléctrico. Es decir, que por primera vez no acaben pagando los de siempre. Por cierto, entender este cambio es sencillo. Mucho más que preparar esta tradicional receta. Tiene dos partes. Por un lado, sistema de pago por diferencias por el que cada central cobra lo suyo. Lo que le toca dependiendo de sus costes. ¡Se acabó el pagar este plato al precio de aceite de oliva cuando el principal ingrediente es la patata! Y por el otro, sistema de contratos por flexibilidad. Cada fuente cara que no entre en el sistema cobrará por estar disponible. Por garantizar que haya un apagón que impida que se cuaje el huevo.
“…es probable que no tuviera efectos inmediatos en la disminución de precios, pero sí que iría, poco a poco, desplazando el efecto actual (de la crisis energética) e iría reduciendo la volatilidad de forma muy importante”. Teresa Ribera.
Por tanto, en la reforma del sistema eléctrico hay claros ganadores y también perdedores. Sin embargo, lo más curioso y también importante es que, por primera vez, no son los de siempre. Efectivamente, con la propuesta se le da la vuelta a la tortilla y es justo al revés. Sí, en precio y en estabilidad ganan, y mucho, los consumidores finales y las familias, pero, en cambio a las grandes compañías del sector y a sus accionistas, les va a ir un poco peor. Ahora los productores de energía están cobrando precios mucho más altos de los que les corresponde. Sin ir más lejos, la eólica es rentable a 40 euros/MWh o menos y en cambio se retribuye al precio más caro. Ya no es al del gas porque se ha retirado con la excepción ibérica, pero sí al del siguiente elemento marginal que puede ser nuclear o hidroeléctrica.

Verán algo menguados sus milmillonarios ingresos. Tampoco mucho porque seguirán siendo de las empresas del sector más rentables de toda Europa. Mucho mayores que en cualquier otro país del continente. En España el margen de beneficio de las compañías de suministro eléctrico era del 19,8% en el año 2012 cuando en Europa apenas llegaba al 10%. ¡Casi el doble, que se dice pronto! No acaba ahí la cosa porque en el 2018 el margen apenas se había modificado y era del 18,2% y en la Unión Europea era del 10,5%. Eso de media porque en otros estados como Alemania era aún menor. Exactamente del 5,6%. Casi cuatro veces más y eso tampoco podía ser. Así que esta es la clave que se plantea para abaratar las facturas y reducir la retribución a las empresas de electricidad para, por fin, poderle dar la vuelta a la tortilla.