Ni las empresas energéticas ni los usuarios se lo acaban de creer. No hay más que ver los mercados y las facturas… Las sospechas están ahí, pero ¿cómo afectará a los consumidores el impuesto a las eléctricas?
Solo con anunciar un nuevo impuesto a los beneficios extraordinarios de las energéticas y de los bancos, ¡tiemblan los mercados! Todos menos los relacionados con la energía. 6.000 millones de euros de pérdidas en bolsa de las entidades financieras en menos de 24 horas y electricidad, gas y petróleo siguen como si tal cosa. Lo sabían con antelación, pero lo importante es que no se lo acaban de creer al menos hasta que conozcan la letra pequeña. No es para menos… Hay algunos precedentes y bastante recientes. El último en conocerse es el modelo italiano. También va directamente contra sus cuentas de resultados. Las compara con las del año anterior y les obliga a tributar por un porcentaje de la diferencia. Es decir, seguirán ganando mucho dinero, pero algo menos que ahora. Literalmente se estaban forrando a costa del consumidor.

Sin duda, una excelente oportunidad de acabar, o por lo menos reducir, los beneficios caídos del cielo de las eléctricas. Ya hubo una oportunidad antes y no hace demasiado. El pasado mes de septiembre se trató de ponerles una especie de impuesto y estuvo en vigor menos de 6 semanas. Fue anulado por otro Decreto en menos de mes y medio. Por eso, hay que estar atentos no solo de la letra pequeña cuando se apruebe sino también a la reacción inmediata por parte de las grandes empresas. Sin embargo, no es solo cosa de la luz. Gas y petróleo también están teniendo enormes márgenes en los balances. Los han multiplicado por cuatro y quien menos los ha duplicado. Por eso, como ha explicado Jorge Morales de Labra en En boca de todos de CuatroTV, hay que atajarlos y la clave está en cómo se haga.
“Quiero anunciar un nuevo impuesto a las grandes compañías energéticas que recaudará 2.000 millones de euros anuales y que estará vigente durante los próximos dos años”. Pedro Sánchez.
El problema para el consumidor es que ya no se fía. Las sospechas de que al final, como siempre, se acabará pagando entre todos está ahí. Es decir, los de siempre. Lógico. Es la reacción natural de todas empresas en cuanto se les quiere tocar los beneficios. Los defienden con uñas y dientes, pero ahora parece que hay formas de controlarlo. La clave para evitarlo y la forma de atajar el problema es que el impuesto sea proporcional a los ingresos extraordinarios. Por tanto, si una empresa, en números redondos ganaba 1.000 millones de euros y este año se embolsa 2.000, la cuenta esta clara. Si tiene que tributar un porcentaje fijo por la diferencia, por ejemplo. del 25%, son 250 millones. Eso sí, no es que pierdan esa cantidad de dinero porque, en realidad, se ha pagado antes en todos a través de los recibos.

Lo que cambia es que a partir de ahora hay una pequeña parte que volverá a los consumidores. Aun así, muchas serán las personas que seguirán desconfiando. Las eléctricas se las saben prácticamente todas y ya lo han demostrado antes. Por tanto, no es descabellado pensar que en su mente esté el elevar todavía un poco más sus beneficios para ganar lo mismo, o incluso más, que antes de la implantación del impuesto. ¡Cuidado! Son listas y tienen todos los recursos disponibles para conseguirlo. Cabe planteárselo, pero hay que saber que hay otras herramientas como la Comisión Nacional de Mercados y Competencia que deberían impedir ciertos movimientos abusivos en los mercados energéticos. Habrá que estar muy atentos.