Más caros, pero hay subvenciones e importante ahorro en combustible; escasa red de carga, pero mayor autonomía; información más accesible… las principales contras del coche eléctrico ya no lo son tanto.
No hay razones fundadas para que España esté a la cola de los países de Europa en implantación del coche eléctrico. Apenas se ven por las calles y por las carreteras cuando más que el futuro son el presente. Lo sabe todo el mundo. El 80% de los conductores asegura que el próximo que se compre ya no será de combustión, pero las cifras están ahí. Más de 850.000 matriculaciones en 2022 y solo el 5% eran de bajas o cero emisiones. Eso sí, la mentalidad ha cambiado. Apenas hace unos años casi la mitad de los españoles no estaba dispuesto a pagar más por un vehículo menos contaminante. Precio, autonomía y falta de información son las principales contras para que esta tecnología no termine de arrancar.
Precio: más caros, pero hay subvenciones
La primera es el precio del coche eléctrico. Evidentemente si se tiene solo en cuenta el coste de adquisición es mucho más caro. La diferencia con respecto a uno de combustión suele ser de unos 10.000 euros para el mismo modelo y prestaciones. Sin embargo, antes de hacer ningún tipo de comparación hay que tener en cuenta dos cosas:
- Ayudas y subvenciones: Desde el año pasado se pueden recibir hasta 7.000 euros si al comprarlo se entrega uno antiguo. Por tanto, la subvención ya por si sola es del orden del 70% de la diferencia de precio al comprarlo. Lo sitúa casi al mismo precio que el modelo equivalente de diésel o gasolina. El problema en España con este tipo de ayudas es que es muy compleja de solicitar, cobrar y, además, luego hay que declararla en la RENTA del año siguiente ya que supone una ganancia patrimonial y debe aplicarse IRPF como a cualquier otra aportación. Algo que sin duda se podría simplificar como ya pasa en otros países de la Unión Europea. Al final hay que devolver aproximadamente el 30% y, por tanto, se queda realmente en menos de 5.500 euros. Además, a la hora de hacer las cuentas…
Aunque el importe de las ayudas y subvenciones al coche eléctrico es alto (hasta 7.000 euros), el problema a la hora de solicitarlas es que es muy compleja y, además, luego tiene una repercusión fiscal negativa.
- Ahorro en combustible: Más importante que la subvención para hacer correctamente los cálculos y eso a pesar de los aún altos costes de la electricidad. Ahí están los datos que lo confirman. Para recorrer 20.000 km al año con los precios de diciembre cargar un coche en casa con un cargador doméstico cuesta unos 800 euros al año. Sin embargo, con uno de combustión, con la gasolina a 1,60 y suponiendo que consume 5 litros a los 100 km, el importe sería el doble. Mucho suponer porque en realidad en carretera gasta normalmente bastante más. 800 euros de ahorro al año. Y eso sin tener en cuenta que a mayor distancia recorrida la diferencia será aún mayor. Para 30.000 km de 1.200 y así sucesivamente. No queda ahí la cosa porque, si se habla de números, hay más.
El coche eléctrico además de contar con la subvención y el importante ahorro en recarga también tiene menor mantenimiento y más económico, mayor facilidad de aparcamiento gratuito y de acceso al centro de las ciudades…
Autonomía y puntos de carga
Otro de los grandes “peros”. ¿Cuánto dura la batería? ¿Se puede hacer un viaje largo? ¿Dónde se puede recargar? Sin duda, ese es el principal problema, pero la autonomía de los coches eléctricos de ahora no tiene nada que ver con la de antes. Lo mismo sucede con la red de puntos de carga. Hasta hace poco viajar por España era más que una aventura. Había que planificarlo mucho. Ahora ya es bastante más fácil. Lo normal, sin entrar en vehículos de muy alta gama, es que puedan recorrer una distancia de unos 500 kilómetros en ciudad. Ya no hay que preocuparse por cargarlo a diario. Se puede hacer una vez a la semana o así, pero es cierto que no se sabe muy bien dónde cargar las baterías. Además, con una dificultad añadida. La mayoría de las personas no tienen en propiedad una plaza de garaje.
La red de carga pública tiene un desarrollo lentísimo y la privada tiene sus complicaciones. Falta interoperabilidad entre las diferentes compañías que proporcionan el servicio y no como sucede en Portugal donde es más sencillo.
Desconocimiento y muchas dudas:
Pero, sin duda, la principal pega es el desconocimiento. También la falta de respuestas ante las dudas que surgen a la hora de comprar un coche eléctrico. En realidad, nadie sabe mucho sobre esta tecnología. Así que la primera recomendación debe ser informarse un poco y no es fácil. Para empezar porque en los concesionarios hay un grave problema de formación de personal. Si uno va a comprarse un vehículo de combustión el vendedor se sabe absolutamente todos los detalles. Motor, revoluciones, caballos…, pero si se le pregunta por uno eléctrico la cosa cambia. Hay que tomarse más en serio la cosa porque no hay razones fundadas para estar entre los países de Europa con menor implantación. Muchas son las ventajas. Son competitivos y en 2035 no se podrán comprar coches que emitan CO2 en todo el continente. Hay que ponerse las pilas.