La rebaja del IVA del gas incentiva el consumo y, además, el beneficio es mayor para quienes más gastan. Todo lo contrario del ahorro y la moderación que requiere la actual crisis energética.

Se la esperaba desde hace tiempo y la rebaja del IVA del gas ya ha llegado. Del 21% al 5%. Entrará en vigor en octubre y lo hará hasta diciembre, aunque se ha abierto la puerta a prorrogarla a todo el 2023. Casi con toda probabilidad haya que hacerlo porque la situación no parece que vaya a mejorar. La medida ha sido tan aplaudida como criticada, pero lo que, sin duda, aportará es cierto alivio a las familias. Efectiva a corto plazo y, sin embargo, no tanto en el largo. Además, supondrá una menor recaudación a la actual. Algo esencial para continuar cambiando el modelo energético e invertir en renovables. Por cierto, la mejor solución a la crisis energética…
“…rebaja del 21% al 5% en el IVA del gas. Desde el inicio de la crisis energética estamos llevando a cabo rebajas fiscales selectivas en beneficio de la clase media y trabajadora al tiempo que hacemos un reparto equitativo…”. Pedro Sánchez.
Por eso, como ha explicado Jorge Morales de Labra en Negocios TV no es una solución a largo plazo. El futuro es y seguirá siendo limpio y verde. De hecho, podría ser todo lo contrario y convertirse en todo menos en la respuesta adecuada. Es decir, podría tener más perjuicios que ventajas por más de una razón. La principal es que la reducción de impuestos a los combustibles fósiles lleva a un aumento del consumo. Precisamente lo que no se quiere hacer. Es necesario ahorrar todo el que sea posible. Así que, en realidad, es solo una solución de emergencia y prácticamente obligatoria. Todo porque lo que no se puede admitir es que en un momento en el que el gas está a 11 veces el precio habitual multiplique las facturas por ese mismo número. Imposible de asumir por la mayor parte de los consumidores.

Además del aumento del consumo hay otro argumento que demuestra que no es una medida adecuada a largo plazo. Y es que se trata de una medida regresiva. Es decir, al ser proporcional al importe de la factura beneficia más al que tiene un gasto superior. Una familia con alto poder adquisitivo y una gran casa puede llegar a gastar en calefacción hasta 5.000 euros al mes. Por el contrario, una con menos recursos y piso pequeño menos de 500 durante todo el invierno. La diferencia en el ahorro es clara. A los primeros el ahorro de la rebaja del IVA será de 900 euros mientras que a los segundos no llegará a 90. Demasiada diferencia. Lo mismo ya ha pasado antes. No hace mucho con la subvención de los 20 céntimos de la gasolina. Le sale más a cuenta a los que tienen un coche de alta gama.
Como el precio del gas es muy superior a los habituales, por tanto, la reducción de recaudación neta para el Estado no se verá afectada. Con la rebaja del IVA del gas no se va a recaudar más que hasta ahora, pero tampoco menos.
Mucho más a los que conducen un Ferrari que a los que van a trabajar en un pequeño utilitario. Este último consume bastante menos gasolina. En este sentido el efecto es claramente negativo. Incentiva el consumo cuando de lo que se trata es de gastar menos. Supone un mayor derroche en tiempos de crisis energética. Por tanto, a corto plazo era una obligación, pero no se debería extender mucho en el tiempo. Necesaria porque es una situación nunca vista antes en el sistema gasista y era necesaria una actuación urgente. Sobre todo, porque a lo que lleva inevitablemente es a que más de la mitad de la población no pueda pagar la calefacción este invierno. Las cifras son escandalosas.