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Nuclear, eólica, solar, hidroeléctrica… En el nuevo sistema eléctrico cada central cobrará lo suyo, pero nunca lo mismo que el ciclo combinado. El problema es ahora determinar el precio de cada tecnología.
“…El sistema eléctrico está roto. Ya no funciona… Por eso, los modelos que han introducido España y Portugal y que han reducido el precio de la electricidad tienen, al menos, que ser debatidos en la Unión Europea…”. Ursula von der Leyen.
Puede funcionar. ¡Auténtica bomba! ¡Toda una revolución en el sector! La idea es decir cuanto antes adiós al sistema marginalista que fija los precios de la electricidad. Algo que se lleva pidiendo desde hace mucho tiempo y que no hay que engañarse. Va a ser muy complicado. Lo que se ha propuesto es que cada tecnología cobre lo que le corresponde, pero nadie ha dicho cuál es el correcto. Ni una sola señal de por dónde pueden ir los tiros y es el factor determinante a la de saber si bajará lo que los consumidores pagan por la electricidad. No se ha establecido todavía. Ya se ha planteado e intentado antes. El año pasado se abrió ligeramente el debate con las nucleares. Este tipo de centrales estaba en línea con la propuesta, pero lo que pedían era una barbaridad. Demasiado elevado y eso afectaría negativamente al precio final.
“… La propuesta, por tanto, aporta reflexiones de la Excepción Ibérica a la Comisión Europea y se comparte con el resto de los estados miembros como un elemento que ayudará a aclarar algunos puntos de debate en Europa”. Teresa Ribera.
Solicitaron en torno a los 60 euros/MWh cuando en el momento de su construcción ya ganaban mucho dinero con la mitad. A 30 euros durante toda su vida útil eran muy rentables y, además ya se ha ampliado su funcionamiento más allá de lo acordado. Por tanto, lo más importante de la propuesta es cómo determinar el precio que se paga a cada una de las tecnologías. Lo que está claro es que el modelo actual está roto. Lo dice la presidenta de la Comisión Europea y es algo que se ha podido comprobar en el último año con el gas. Por cierto, la tecnología más cara de todas y la que establece lo que cobran las demás. No hay marcha atrás. En toda la Unión Europea lo tienen claro. No pueden seguir determinando el de nucleares ni tampoco el de la eólica, solar, o hidroeléctricas que son más baratas.
A partir de ahora, el debate y lo más importante se centrará en cómo determinar el precio fijo de todas las centrales existentes y en activo en la actualidad, que llevan operando décadas y que en la mayoría de los casos ya están más que amortizadas.
Además, Europa también ha dejado muy claro que las nuevas renovables, conforme se vayan construyendo más, tienen que remunerarse con un modelo estable. Por su propia concepción requieren de un fuerte desembolso inicial, pero, en cambio, después apenas tienen costes de mantenimiento. De este modo, desde el punto de vista de la inversión tiene todo el sentido del mundo que reciban un precio estable por su energía. Garantiza estabilidad y da seguridad. Por otro lado, también beneficia al consumidor. Mejor un coste fijo económico a largo plazo que estar sometido a la volatilidad. Es decir, a las fuertes subidas y bajadas. Hasta aquí todo bien. Entonces la batalla será otra distinta. Determinar el precio de las centrales que ya existen y están en funcionamiento… nucleares, ciclos combinados y renovables que se han construido en los últimos 20 años. Nada fácil, el trabajo queda por delante.