Modificarla supondría aumentar los precios y disparar la inflación, pero no hacerlo supondría perder la excepción ibérica que las hace bajar… Entonces, ¿por qué no se ha cambiado aún la tarifa regulada?
Funciona y ya no hay quien lo dude. Era una locura, pero ha bajado los precios mientras que en el resto de Europa siguen mucho más altos. Por eso, España y Portugal va a pedir que se amplíe la excepción ibérica que tan buenos resultados ha dado. Quieren prolongar el mecanismo que deja fuera al gas del mix eléctrico al menos hasta finales de 2023. Importante porque hasta ahora ha ahorrado mucho dinero a los consumidores. Especialmente a aquellos que tienen un precio variable. Por cierto, en el último mes ya son más baratas que todas las ofertas a precio fijo.
En el último mes la luz se ha desplomado tanto que aquellos que tengan una tarifa variable vinculada directamente al mercado mayorista tienen un precio más bajo que cualquiera de las nuevas ofertas fijas que se puedan encontrar.
La importancia de la ampliación de la excepción ibérica.
La propuesta, como ha explicado Jorge Morales de Labra en La mañana de Andalucía de Canal Sur radio es muy relevante. La excepción ibérica protege a los consumidores de las posibles subidas que se puedan dar en el mercado del gas y de su influencia en la generación eléctrica. El problema es que solo estará vigente hasta mayo de este año y se quiere un poco más. Por lo menos, todo el 2023, pero hay una dificultad. Cuando España y Portugal solicitaron la aplicación de este mecanismo la Comisión Europea accedió a cambio de que se modificara la fórmula con la que se calcula el PVPC. Es decir, la tarifa regulada u oficial que es la mejor representación de las variables. El Gobierno se comprometió y, de momento, nada… Complicado que Bruselas acceda a la prórroga de la medida por incumplimiento del acuerdo. Antes hay que hacerlo.
El motivo por el que no se ha cambiado la tarifa oficial.
También hay razones para no haberlo hecho todavía. No es por descuido, olvido o capricho… es mucho más interesante aún. Sencillo. Con esta modificación lo que pretenden en Bruselas es que el consumidor español no tenga un precio tan intensamente variable. Ya se ha visto en los últimos meses. En cuanto sube el gas, como ha sucedido en 2021 y 2022, inmediatamente se nota en los recibos y entonces se va a Europa a quejarse. Los primeros que siempre lo notan porque España es el único país del continente que tiene una tarifa directamente vinculada con el precio mayorista. Por tanto, si aumenta el precio se nota un montón, pero también cuando baja y ahora está pasando esto segundo. Este es el motivo por el que no se ha hecho el cambio. Sobre todo, porque es lo que está haciendo caer la inflación.
El argumento final para retrasarlo todo lo que se pueda.
Así, si ahora se vincula el precio oficial a una cesta de productos a largo plazo para que sea más estable, que es lo que quiere la Unión Europea, el efecto más inmediato que va a tener es el de encarecer los recibos. Por tanto, se trata de hacer un juego de malabares y de intentar aguantar todo lo posible. Algo que, además, se complica un más poco cuando se está en un año electoral. Auténtico encaje de bolillos hasta la fecha en la que finalmente se realice el cambio. Por un lado, hay que seguir bajando la inflación todo lo posible, pero por el otro… también hay que cumplir con los requisitos de Bruselas. Especialmente si lo que se pretende es una ampliación de la excepción ibérica que tan beneficiosa está siendo para los consumidores. Además, hay otro argumento final:
El Consejo de ministros de Energía, por fin, se está planteando modificar las reglas del mercado eléctrico. Entonces es mejor esperar para también en ese momento cambiar la tarifa regulada de acuerdo con las nuevas circunstancias.