Parecidas, pero no iguales y si hay un vencedor en la comparación esa es la excepción ibérica porque afecta directamente a todas las centrales que ya generan electricidad y no solo a las que se construyan a partir de 2025 como hará la reforma del sistema eléctrico.
No ha sido fácil, pero ¡objetivo cumplido! Bajo la presidencia española del Consejo de Europa se ha conseguido poner de acuerdo, nada más y nada menos, que a todos los países de la Unión. Más difícil todavía se ha encontrado el punto de equilibrio entre una potencia pro nuclear como Francia con una antinuclear como Alemania. Solo Hungría, una vez más se ha querido poner de perfil y no saber nada de este compromiso. Como siempre, a lo sigue a lo suyo. Ya se ve. Intentar reformar el sistema eléctrico es aparentemente complicado, pero ya se ha hecho antes. Por cierto, aquí mismo en España y por eso hay quien piensa que esto es un poco como la famosa y controvertida excepción ibérica, pero aplicada a todos los países de Europa. Y la verdad es que no andan del todo desencaminados porque la idea es un poco esa.
Más allá de estabilizar los precios la meta es mucho más importante: conseguir la completa descarbonización de Europa para el año 2050. Un sistema energético con 0 emisiones para esa fecha.
Además, va en línea con otro dato importante que es lo que impulsó la creación del mecanismo en la península ibérica. 3 de cada 4 MWh que se producen aquí son generados con fuentes que nada tienen que ver con los combustibles fósiles. ¡El 75% de la energía eléctrica del país! Más concretamente la mitad es de origen renovable y la aportación de la nuclear es ligeramente superior al 20%. De este modo, si volviera a haber una crisis con el precio del gas como el año pasado… daría igual si está en 20, 50 o 200 euros por MWh porque no afectaría al 100% del recibo de la luz tal y como ocurre ahora con la aplicación del sistema marginalista. Afectará a una pequeña parte del recibo, pero nunca a la totalidad. Es decir, solo a la que se produce en las centrales de ciclo combinado. Tiene lógica, ¿verdad?
Este es el origen y el planteamiento de toda la discusión. La excepción ibérica hace un poco lo mismo, pero el ámbito de aplicación será diferente. Aunque hace varios meses que no entra en funcionamiento, es muy importante. Mejor que sea así porque, como ha recordado Jorge Morales de Labra en Julia en la onda de Onda Cero, lo que hace es ante subidas del gas limitar los ingresos que reciben por la electricidad generada todas las centrales que no utilizan este combustible. En realidad, la idea a la que se ha llegado ahora es igual, pero aplicada a largo plazo. Mientras la excepción ibérica afecta ya mismo a todas las centrales actuales, la reforma del sistema eléctrico solo lo hará sobre las que se construyan a partir de 2025.
Afectará a todas las que se construyan a partir de esa fecha que se supone serán exclusivamente renovables, salvo en casos extraordinarios como Francia que apuesta por las nucleares. Todas irán a precio fijo.
Es decir, se acabó que se beneficien de las subidas del gas para hacer aumentar sus beneficios. No tiene sentido que de un día para otro pasen de cobrar 50 euros por MWh a más de 100 porque sus costes de producción siguen siendo los mismos. En esencia, el acuerdo mantiene idéntica filosofía y lo que al final cambia es el tiempo de aplicación. La excepción ibérica funciona ya a las centrales ya existentes y la reforma del sistema eléctrico lo hará solo con las nuevas. Por tanto, los resultados de lo acordado esta semana entre los ministros de energía de la UE no se verá reflejado en los recibos hasta, más o menos, el año 2050. Sin duda, no mucho antes. A pesar de todo poner de acuerdo a Francia con Alemania no está nada mal y siempre se puede decir aquello de mejor tarde que nunca.
Las implicaciones del cambio van mucho más allá porque ante todo supone acabar con una sinrazón. Eso sí, lo que a la gran mayoría les hubiera gustado es que se aplicara ya mismo sobre las centrales que ya están en funcionamiento. Exactamente igual que el mecanismo de fijación de precios actual en España y Portugal. Así, tendría un impacto real en los recibos desde el día siguiente de su aprobación. Literalmente ha sido imposible. No ha podido ser así porque la reticencia de muchos países ha sido total. También por parte de las principales empresas eléctricas del continente que han hecho un intenso lobby para que eso no ocurriera. Al menos se aplicará sobre las nuevas, que tampoco es mal. De este modo, al menos las próximas generaciones tendrán una electricidad con mejores precios y, sobre todo, un sistema más justo.