No es lo mismo lo que sube de media un producto que luego lo que aumenta en cada establecimiento. Inflación, medias, medianas y modas, el problema de la estadística en los incrementos de precios.
Medias, medianas, modas… Estadística de primaria, pero que a veces tienden a confundirse. La primera no tiene discusión. Suma de una serie de cifras dividido entre el número total de valores. Sencillo, pero tiene sus pros y sus contras, como que las puntuaciones extremas pueden alterar el resultado. Por eso están las otras dos… Si se ordenan todos los datos, de menor a mayor, la mediana es el valor que ocupa la posición central. Por el contrario, la moda es el valor que más se repite o, lo que es lo mismo, el que tiene la mayor frecuencia. Pues lo más normal es que para una misma serie de dígitos, los resultados de los tres sean diferentes. Por eso, siempre hay que tener en cuenta que las estadísticas son solo eso, aproximaciones. Aunque se usen con mucha frecuencia, cualquier parecido con la realidad puede ser pura coincidencia.
Lo mismo pasa, como ha explicado Jorge Morales de Labra en Las claves del s.XXI de La1 cuando se habla del recibo medio de la luz. Casi imposible de determinar porque cada casa es un mundo y su consumo también. Hay hogares de una persona y familias numerosas, que teletrabajan o que apenas están en sus domicilios, con mayor o menor cantidad de electrodomésticos e, incluso, con coche eléctrico. Todo influye y por eso muchos no se sienten identificados con las cifras. Con la inflación más de lo mismo y es que no hay que olvidar que precisamente de lo que se trata es de otra estadística. De media las subidas son notables, pero puede ser mucho peor aún. Solo hay que coger el ticket del supermercado de hace un año que se guarda en la cartera y compararlo con el de ayer. La SORPRESA puede ser mayúscula.
Además, no tienen por qué estar necesariamente en la media. El juego de las estadísticas puede ser más complicado. Los precios más baratos, cuando no sufren modificaciones, hacen bajar el promedio significativamente en una cesta de la compra absolutamente básica. La lista es corta, pero los productos han sido escogidos casi al azar: aceite, tomate, algo de carne y poco más. Lo que ha pasado en los últimos 365 días está claro. La media dice que precio del aceite de oliva ha crecido un 48%. No está nada mal, pero, sin embargo, al comparar los precios en algunos supermercados la diferencia es mayor. De 4,49 euros a 6,99 y eso es un incremento de al menos el 60%. Misma marca, capacidad del envase y supermercado. La media suele ser lo significativo, pero ahí está la subida real. Se puede ir haciendo lo mismo con todos los productos.
Sin ir más lejos con el pollo, debería de ser la carne más barata, y es una de las claves de todo. Otra vez de media más del 12%, pero en el supermercado habitual lo que ha pasado es otra cosa… De 7,80 euros el kilogramo a 8,95 da como resultado un aumento del 25%. El doble que la media. Por eso, a la hora de hablar de inflación hay que tener en cuenta que no es igual en todas partes. Hay algunos establecimientos que han retenido los precios reduciendo los márgenes de beneficio y otros que sencillamente los están dejado ir. No es solo cosa de estos dos alimentos. También con el tomate, legumbres, verduras, hortalizas y hasta unos sencillos cacahuetes. Darse este último capricho supone un 50%. Grandes subidas, pero no iguales en todas las tiendas ni en todo el territorio. No son uniformes, solo estadísticas.
