El de la energía es un mundo complicado y, sobre todo, lleno de intereses y contradicciones que la crisis energética ha puesto de manifiesto más que nunca antes con la guerra entre Rusia y Ucrania.
Donde dije digo, digo Diego… Todo está lleno de contradicciones y el refranero aún más. Ya se sabe que a quien madruga, Dios le ayuda, pero no por mucho madrugar amanece más temprano; que a la tercera va la vencida, aunque no hay dos sin tres; o que el que la sigue la consigue y al final tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe… Con la guerra entre Rusia y Ucrania pasa un poco lo mismo. Lo que se quita por un lado se da por el otro y ya no vale lo de Santa Rita lo que se da no se quita. Mientras por encima de la mesa se ven muchas cosas, por debajo sucede todo lo contrario. A la vista de todos se imponen importantes sanciones económicas y sin que se sepa demasiado, cada día se compra más gas ruso.
Todos los días la Unión Europea compra gas y petróleo a Rusia por importe de 800 millones de euros. Cada 24 horas y, además, con un agravante. 1.000 millones más que el año pasado por las mismas por el sobrecoste de la materia prima. Hay más… la cantidad también ha aumentado. 33% extra con respecto a la semana previa a la invasión de Ucrania. Desde ese mismo momento las importaciones de gas han pasado 2.200 millones de m3 a más 2.800. Cifras muy próximas a los niveles de 2021. Como si aquí no hubiera pasado nada y esto no hay quien lo entienda. El problema, como ha explicado Jorge Morales de Labra en Todo es mentira de Cuatro TV es que en estos momentos es imposible cerrar el grifo y sustituir toda esa energía. No hay ningún otro productor en el mundo capaz de satisfacer tal demanda.
Las importaciones de gas de Rusia a Europa suponen más del 50% del total. En torno a 150 bcm anuales y sustituir esa cantidad por otras fuentes de energía en estos momentos es imposible.
Es más, si se dejara de comprar toda esa cantidad de energía las economías de todo el centro y el Norte de Europa se paralizarían. El daño podría ser mayor del esperado y energéticamente hablando no hay alternativa a corto plazo. Tanto es así que algunos países se plantean reabrir las centrales de carbón. Alemania las estaba cerrando por sus altas emisiones y, en realidad, es de los que más dependen del gas ruso. Supone más de la mitad de todo el que necesitan. En España no es el caso, aunque la dependencia de Argelia es muy similar a la de los alemanes con Rusia. También en otros países como República Checa, Letonia o hasta Italia que es el segundo mayor comprador de gas ruso. Así, lo más curioso es que nadie se hubiera planteado lo que sucedería si de repente estallase un conflicto de esta magnitud.
Tampoco hay de momento energía alternativa acumulable y verde que sea capaz de garantizar el desarrollo, la forma de vida, la producción de las industrias… Por tanto, de lo que se trata es de una falta de previsión absoluta en la Transición Energética. Preocupa y mucho. Tanto que décadas después se ha podido ver a Estados Unidos y a Venezuela hablando del tema. En la mucha necesidad, se conoce al amigo de verdad. Pero no hay amigo ni hermano, si no hay dinero en la mano. Todo son contradicciones. Eso sí, inevitables como cuando España dice no a las nucleares y mientras se la compra a Francia… También cuando se dice que más vale pájaro en mano que ciento volando, aunque quien no arriesga, no gana; o que en boca cerrada no entran moscas, pero al final siempre el que calla, otorga.
