Ya suponen el 50% del mix eléctrico. Las renovables le están ganando el terreno a todas las tecnologías de generación incluidas las nucleares. Mejor precio y eso sin contar con la sostenibilidad y estas son solo dos de las razones por las que son incompatibles.
Adiós definitivo a la primera nuclear en España. Por fin se ha autorizado el desmantelamiento de la de Garoña, que ya estaba fuera de servicio. Durará hasta 2033 y políticamente hablando hay varias posturas diferentes.
Más vidas que un gato. Pocos lo saben, pero cuando se habla de ampliar el funcionamiento de las nucleares hay un dato que se omite. En realidad, varios. El primero es que todas las centrales en España se construyeron en la década de los 80. También que fueron diseñadas inicialmente para que funcionaran durante un periodo de unos 30 años y, por tanto, en todos los casos ya ha pasado. Sí, se han ido prorrogando sus vidas útiles porque de hecho ya han tenido varias. Además, éste es un concepto muy técnico y lo que viene a significar es que son sometidas a una serie de revisiones de seguridad que dan la tranquilidad de que funcionan correctamente sin riesgo de accidentes. Algunas ya han superado los 40 y siguen sumando. El calendario pactado lo confirma. Al final todas cumplirán las 4 décadas de antigüedad.

Efectivamente, en el ámbito nuclear hay enormes diferencias entre los 4 partidos políticos con mayor representación. Todo un abanico de posibilidades, pero ¿hasta qué punto son incompatibles con las renovables?
Lo es por una razón muy sencilla. Las renovables ya aportan más del 50% de la energía eléctrica de España. Por primera vez este año se ha logrado superar este importante hito y lo mejor de todo es que se siguen instalando a buen ritmo. Cada vez van a más, pero tienen un problema que todo el mundo conoce: no siempre están disponibles cuando se necesitan. Es decir, cuando más se necesita la electricidad. A veces fallan. Por las noches, sin ir más lejos. Básicamente requieren de baterías y de otras tecnologías de soporte que puedan adaptarse a producir más mientras no están en funcionamiento y la nuclear no es una de ellas. No se pueden adaptar a las variaciones en la demanda porque siempre están en marcha. En todo momento. 8.000 horas al año generando con la misma intensidad. Es decir, la misma cantidad de energía, pero…
¿Podrían funcionar regulando la potencia? La respuesta es sí. En Francia donde la nuclear es la principal fuente de energía lo pueden hacer, pero a un precio de más del triple que una central convencional. Entonces… si esta tecnología ya es cara de por sí y menos competitiva que las renovables y encima se quiere que regulen su producción en función de la demanda el coste sería inasumible. Tanto que para hacer las inversiones necesarias las empresas que las gestionan piden indemnizaciones. Es decir, que les garanticen la rentabilidad. Ya lo han solicitado aquí en España en cuanto se ha hablado de ampliar su vida útil: “el dinero por delante”. Así de claro. El problema es que se pagaría entre todos y no sería poco. La cuenta es de lo más sencilla…
Mientras unos apuestan por mantener el calendario actual, otros quieren acelerarlo. También está la visión contraria, los que pretenden ampliarlo o, incluso, ir un paso más allá construyendo nuevas centrales.

Si ahora mismo las nucleares necesitan más o menos 70 euros/MWh funcionando de manera estable y continua para ser rentables… Para hacerlo de forma gradual y poder adaptarse así a las necesidades del sistema, el precio se multiplicaría por 3. ¡Hasta los 210 euros! Sin embargo, el coste de las renovables ahora mismo en España está por debajo de 30. Los números dan la razón a los que ya no las quieren. Más que nada porque no tiene sentido. No cabe en la cabeza de nadie subvencionar a la nuclear a ese precio cuando las renovables son 7 veces más baratas. Ni pies ni cabeza. No es solo un debate ideológico de nucleares sí o no. Se trata también de una cuestión económica y de ahorro para el consumidor. Hace falta un análisis en el que se explique el coste de cada alternativa y no se ha hecho todavía.