Aunque desconocidas para el consumidor final, las PPAs son el modelo de compra entre productores y empresas que más está impulsando las energías limpias. Tanto, que son las responsables del fracaso de las subastas de renovables.
Poco conocidas, pero su importancia va en aumento. Los PPAs son herramientas que permiten cerrar acuerdos de compraventa de energía renovable, a largo plazo y precio prefijado, pero su importancia va más allá. Posibilitan a los productores valorar nuevas inversiones en otros activos suplementarios y poner en marcha más proyectos similares. Así, se fomenta la expansión de las fuentes limpias y sostenibles. Por eso, España ya es líder en este creciente mercado. Reino unido o Alemania están poniéndose las pilas en este sentido. Mientras, el resto de los países de Europa, como Francia, Italia o los países del Este se están quedando muy rezagados. Además, cada vez hay un mayor número de empresas interesadas en esta modalidad de suministro.
Los PPAs son contratos de compraventa de energía renovable a largo plazo entre un productor y un consumidor corporativo, empresas y organizaciones, que han tenido un gran impulso en los últimos años como consecuencia de los cambios regulatorios.
Recurren a esta herramienta para acceder a un suministro de energía limpia y trazable con un precio competitivo y, precisamente estable. De este modo, se puede generar una contratación directa con el productor de la energía y la empresa que la compra, sin necesidad de pasar por algunos otros intermediarios o por el mercado directamente. Y, sobre todo, también porque se pueden generar precios a largo plazo. Es decir, contrataciones a 3 o 5 años que aseguran los flujos de caja para los ingresos por parte de la compañía productora. Solo de este modo se aseguran la confianza de que tendrán ingresos futuros. Algo que les permite una mayor capacidad de inversión. También por parte del comprador. Tranquilidad para las empresas receptoras de esa energía al asegurarse un precio fijo y no verse sometidas a los vaivenes que se han podido ver en los últimos meses.
A simple vista todo son ventajas. Por eso, llama la atención una cosa. Los avances que se están dando en este sentido son enormes y, sin embargo, la última subasta de renovables que se ha celebrado en España ha sido un enorme fracaso. La explicación, como ha contado Jorge Morales de Labra en Visión Global de Radio Intereconomía es sencilla. El Gobierno ha sido más agresivo en su oferta que el propio mercado. Es decir, la Comisión Nacional de Mercados y Competencia impone el precio que consideran que el consumidor español debería pagara por la energía y en esta ocasión directamente se han pasado. De bajo, por supuesto. Tan reducido que los propios productores han entendido que no merecía la pena. Tanto ha sido así que se ha producido un efecto contrario al deseado y, sobre todo, al esperado.
Aunque las primeras empresas interesadas en PPAs fueron las grandes compañías tecnológicas, últimamente se está intensificando el protagonismo de otras cuyos procesos productivos se basan en el uso intensivo de la energía y aquí España lleva ventaja.
Hasta hace bien poco pugnaban prácticamente hasta por el ultimo MW que salía a la subasta renovable, pero en las que se han celebrado de forma más reciente han quedado prácticamente desiertas. Es decir, se ha adjudicado mucho menos cantidad de lo que ofrecía el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico. Sí, la razón es que las PPAs están teniendo bastante más éxito porque ofrecen mejores precios que la oferta pública. Mucho más atractivos para las empresas inversoras en energías renovables que los que está ofreciendo el Gobierno. Por este motivo están optando por este otro modelo que les ofrece una mayor rentabilidad. En cualquier caso, no hay que perder de vista el liderazgo de España en este tipo de mercados porque cada vez interesan a un creciente número de corporaciones por sus evidentes ventajas. Importante.
