Casi céntimo a céntimo y sin que nadie se dé cuenta. Primero la electricidad desde marzo y luego los combustibles hacen que la relación entre inflación y energía siga siendo tan estrecha que el alza en el primero arrastre rápidamente al segundo.
Todo sigue subiendo y, en especial, lo más básico. Lo que más se necesita y, quien más o quien menos, cada uno lo lleva como buenamente puede. No hay nada que lo controle todavía. Los precios continúan su escalada y no dan tregua. Según el Instituto Nacional de Estadística todo apunta a que en septiembre el IPC se situará en el 3,5%. Casi un punto porcentual más que en agosto. Tiene su respuesta. En primer lugar, las razones hay que buscarlas en la comparación con respecto a los últimos meses y también con hace un año. Lo que los economistas llaman el efecto escalón, pero que a los demás no les suena de nada. Es decir, se trata de un repunte que entra dentro de una determinada lógica porque lo que se hace es comparar con un periodo en el que el precio de la energía ha sido bastante barato.
No tanto como deberían, pero mucho menos que hace año y medio. Y a ese escalón… este mes hay que sumarle la subida del precio de la luz. No se ha notado demasiado. Lo ha hecho de forma sigilosa desde el pasado mes de marzo, pero ya se va notando. Eso sí, la luz todavía sigue siendo más barata que el año pasado. No pueden decir lo mismo de los combustibles. Más caros que incluso cuando se puso en marcha la bonificación de los 20 céntimos. Por eso, son muchos los que piden que vuelva cuanto antes y, sobre todo, los transportistas. No les salen las cuentas. Ni a ellos ni, en realidad, a casi nadie. Además, su escalada no parece tener límite. También poco a poco. Casi céntimo a céntimo porque eso es precisamente lo que se ha encarecido la gasolina solo en la última semana. La mitad que el diésel.
Todo en un contexto en el que hay un déficit de oferta porque Arabia Saudí y Rusia están extendiendo los recortes en la producción petróleo y al mismo tiempo la demanda sigue fuerte.
Por eso, no parece que vaya a bajar de forma inmediata. El dato positivo lo deja la subyacente. La inflación que no tiene en cuenta a la energía ni a los alimentos frescos. De forma paulatina se va moderando. Eso sí, la mayoría de las personas no lo notan en ningún momento. Ni en los bolsillos ni tampoco a la hora de pasar por caja. Más bien todo lo contrario. Aun así, cae tres décimas hasta el 4,8%. Por cierto, la cota más baja desde junio del pasado año. Un indicador que invita un poco más al optimismo. En cualquier caso, las medidas económicas que se han puesto en marcha hasta ahora parecen estar teniendo un impacto positivo. Tampoco es el mejor momento de echar las campanas al vuelo porque en un mercado tan inestable como el de la energía todo puede cambiar en cualquier momento.