Desde bajar un grado calefacción hasta los impuestos. También establecer un límite de precio o excluir al gas del mercado eléctrico… son algunas de las medidas que más suenan para reducir el precio de la energía.
No hay quién se libre de los altos precios de la energía. Da igual el tipo o la fuente de dónde venga: la factura de la luz, del gas o llenar el depósito del coche asustan más que nunca, ¿pero por qué si España no depende del gas o el petróleo de Rusia suben tanto los precios? Aquí llega fundamentalmente desde Argelia y el problema comenzó cuando cerró uno de los gaseoductos que lo traen hasta la península, pero aún hay más… Porque, además, precisamente Rusia desde el pasado mes de marzo ha venido reduciendo la cantidad de gas que envía a Europa. Por lo tanto, esa diferencia hay que compensarla de alguna forma y se hace con barcos. A través del mar que es algo más caro. Además, al competir entre todos los países, incluido España, por el cargamento hacen que se dispare aún un poco más.
Por tanto, el problema no es de suministro sino más bien de precio. Importante porque no hay que olvidar que con el gas no solo se calientan las casas y el agua. También se genera una parte de la electricidad y ahí es donde surge otra gran dificultad. Si se utiliza esta materia prima para producir una parte de la luz, su desproporcionado precio es el que va a marcar el de toda la energía eléctrica del mercado. Por eso, como ha señalado Jorge Morales de Labra en Cuatro al día Fin de Semana de Cuatro TV, cambiar las reglas de juego de fijación de precios es una de las posibles soluciones. Por cierto, que Bruselas por primera vez se ha abierto a esta posibilidad y ya se está trabajando en su aplicación. Además, los consumidores también pueden aportar su granito de arena bajando un poco la temperatura del termostato.
En España el consumo de gas para calefacción supone alrededor del 15% del total y bajar un grado todas las calefacciones lo podría reducir un 1% más.
Solo hay que pensar que por cada grado que se consiga bajar será un 7% menos en la factura. Así, el impacto directo en el corto plazo es de ahorro y de eficiencia energética. Eso es inmediato y, en segundo lugar, en lo que se refiere a las reglas de juego, es necesaria una intervención ya mismo del mercado. Es decir, es difícil conseguir sacar al gas de la subasta, pero es algo que aún podría llevar meses o incluso años. Lo que sí que se puede hacer en estos momentos es ponerle límite máximo al precio de mercado y aplicarlo mañana mismo. Hay algunas alternativas más… como aplicar un mecanismo de devolución de beneficios extraordinarios, como ya sucede en Portugal. Sí, con las tecnologías que generan luz barata como nucleares o hidroeléctricas. Ambas medidas, además, se podrían hacer mañana mismo.
También está la posibilidad de bajar aún más los impuestos. El de hidrocarburos y el IVA del gas y otros combustibles aún no se han tocado. Sin embargo, los de la luz sí. Por eso, en la factura de la luz ya no se puede aspirar a más de un 10% de descuento. Algo se puede hacer todavía, pero no gran cosa. Por el contrario, en el gas si que hay un margen superior. Del 20%, y aún más en la gasolina y el gasoil que podría llegar hasta el 30%. Ese es el margen para reducir las facturas bajando impuestos y como soluciones a corto plazo. A futuro, la guerra en Ucrania ha situado a España como posible punto estratégico en energía… Por este motivo, se ha planteado mejorar la conectividad de España con el resto del continente porque aquí están un tercio de las regasificadoras de Europa.