No hay duda. Los paneles solares reducen las facturas, pero la inversión inicial puede ser una barrera. Ahí es donde surge la paradoja fotovoltaica. Da la sensación de que solo los que más tienen pueden acceder a ese ahorro.
Las instalaciones de autoconsumo se han multiplicado. Es algo que se puede comprobar a vista de pájaro o, en lo tiempos que corren, de dron. Cada año se dobla la cantidad de energía que se genera en los paneles solares. Se quiere ahorrar, y las subvenciones están ayudando a que cada vez más personas se hayan animado a ponerlos, pero no es el único motivo que las incentiva. Cambia la relación que las personas tienen con la energía. La mayor conciencia medioambiental también crece y esto es algo que está en las manos de todos. ¡Está claro! Unos lo harán por el aspecto económico, otros por salvar el planeta y todos porque tiene cierta lógica que se utilice la energía del sol en un país que si algo tiene es precisamente eso. Miles de turistas viene al año a disfrutarlo. pero no es suficiente.

El alza histórica del precio de la energía tras la invasión de Ucrania y la transición verde iniciada por la UE, con subvenciones incluidas, han propiciado que muchas familias españolas apuesten por el autoconsumo en sus viviendas.
Y, sin embargo, no es para todos porque muchos no se pueden permitir el desembolso inicial que es de unos cuantos miles de euros. Eso también ha cambiado, pero no del todo. Antes siempre se asociaba el autoconsumo a casas grandes de familias con alto poder adquisitivo… Ahí es donde está la aparente paradoja del autoconsumo. Da la sensación de que la gente con menos recursos, la que tiene más problemas para pagar las facturas de la luz, no va a poder disfrutar del ahorro que produce. Sobre todo, en tiempos de crisis energética en los que se vive. Ventaja de la que, por el contrario, sí que van a poder disfrutar las clases más acomodadas y eso es una contradicción. Más barato para los que más posibilidades tienen mientras que los que menos seguirán padeciendo los altos precios del mercado. Aparentemente, porque no es del todo así.
Por eso, hay que distinguir entre dos cosas. La primera, las personas que efectivamente tienen problemas para afrontar los recibos. Lo que se llama pobreza energética y que en España supone el 10% de población. Como ha explicado Jorge Morales de Labra en A media mañana de RNE, el camino debe ser ese. Ahora mismo se les está subvencionando el 70% de la factura de la luz con el bono social. Pan para hoy y hambre para mañana, como se suele decir, pero se podría cambiar. Si ese mismo importe se destinara a ayudas para la instalación de paneles solares. Son para casi toda la vida. Con garantía para más de 30 años. También mediante su colocación en viviendas públicas y de protección financiadas por la administración. Solo así, el importe que tengan que pagar en el futuro por el suministro eléctrico podría ser menor.

Y luego ya está el resto de la población. En realidad, la mayoría. 9 de cada 10 personas, aunque evidentemente hay grandes diferencias entre ellas. La fórmula de Próxima Energía es sencilla: si se puede pagar el recibo de la luz se pueden poner. Así de fácil. Sin mirar quien hay detrás ni sus recursos económicos se financia hasta el 80% de la instalación. A todo el mundo sin excepción. No se suele dar el 100% porque ya se sabe… ¡lo que es gratis o se regala al final no se valora! La gente debe demostrar que apuesta por esta tecnología. Ya no es futuro sino presente. Además, lo mejor de todo es que esa inversión se acaba pagando sola con los propios ahorros en el recibo de la luz sin contar con las ayudas y subvenciones. Más fácil imposible y al alcance de todos.