Auténtico desastre, las consecuencias de un posible corte de gas a Alemania no solo serían económicas. Paralizaría el país e, incluso, podría haber restricciones para los ciudadanos.
No hay dos sin tres o a la tercera va la vencida. Eso que cada uno elija la versión que le vaya mejor. Los primeros han sido Polonia y Bulgaria y todo apunta a que el siguiente país en dejar de recibir gas ruso podría ser Alemania. El mayor cliente y, además, una de las mayores economías de toda Europa. Seria amenaza para la que ya se estarían preparando porque, aunque quisieran reducir la dependencia de Rusia en tiempo récord, no podrían hacerlo. Además, un posible corte de suministro supondría casi la paralización del país. Inviable, por tanto, cerrar el grifo del gas y dejar caer una economía tan importante en la zona euro como es la alemana. Por eso, todo ha derivado en dos posturas entre los países de la Unión Europea.
Por un lado, estarían los países inflexibles con Moscú y, por el otro, los partidarios de encontrar una vía para seguir recibiendo estas importaciones energéticas. El origen de todo y el verdadero problema es que Rusia está obligando a que el gas se pague en rublos. Sin embargo, Bruselas no lo permite por las sanciones que le ha impuesto desde que comenzara la guerra en Ucrania. En caso contrario no tendrían el efecto deseado: desestabilizar la economía de Rusia. Aún así, son varios los países que se lo siguen comprando y buscan fórmulas para poder hacer frente al pago. En realidad, son casi artimañas. Para cumplir con el compromiso y las condiciones de la Comisión Europea lo siguen abonando en dólares o euros. Sin embargo, la empresa estatal Gazprom no lo hace efectivo hasta que el dinero se cambia a rublos ya en una cuenta en Rusia.
Desastre económico para Alemania y también para las familias. La tercera parte del consumo total de la Unión Europea se destina a calefacción y se concentra en menos de 4 o 5 meses.
Es decir, cuando el dinero ya ha llegado allí. Este es el sistema que han encontrado algunos países para seguir recibiendo el gas y a la vez esquivar las sanciones a la moneda rusa. Algo que, no hay duda está salvando al rublo de su desplome definitivo. Y como Alemania no ha pasado por el aro para utilizar este mecanismo está a las puertas de que le cierren el grifo como a Polonia o Bulgaria. Por cierto, menos dependientes del gas ruso, pero es toda una advertencia. El primer paso y la amenaza también a una de las principales economías europeas y para otras naciones con mayor dependencia con Austria. Por lo tanto, como ha contado Jorge Morales de Labra en La mañana de COPE sería un auténtico desastre. Las consecuencias serían impredecibles y durísimas para la economía alemana incluyendo a las familias.
Hasta se podría llegar al extremo de causar restricciones de gas sobre todo durante el invierno. Por tanto, los alemanes no podrían tener sus casas a la temperatura adecuada. Más que nada porque a todo esto habría que sumarle otro problema… Con las reservas actuales Alemania no podría aguantar más allá de octubre o noviembre. Tampoco hay que olvidar que casi un tercio del gas que se consume en la Unión Europea se destina a calentar edificios y, como es obvio, ese consumo se concentra en los meses más fríos del año. La tercera parte de todo el gas se utiliza en apenas 4 meses, Por eso, se suele aprovechar el verano para llenar los depósitos. Algo que este año no sería posible si finalmente Rusia decide cortar el suministro. Las consecuencias no serían solo económicas. Irían un poco más lejos y son impredecibles.