Pocas semanas de su aplicación el descuento de los combustibles ha quedado en nada y lo mismo se teme que pase con la excepción ibérica, ¿evitará que siga subiendo la factura?
Que el de la energía sea un mundo diferente ya no sorprende a nadie. Tampoco que tenga sus propias reglas y eso hace que casi parezca de otro planeta. Más aún de otro planeta porque allí da la sensación de que ni siquiera se cumplen algunos de los principios más básicos de La Tierra. La Teoría de la gravedad, sin ir más lejos, queda prácticamente anulada con el efecto cohete y pluma de la gasolina… Hay más ejemplos, pero lo más curioso son sus propias normas. En cuanto se propone algo que haga que los beneficios de las empresas del sector se vean reducidos siempre sucede lo mismo… Acaban compensándose para que al final siempre ganen los mismos. El ejemplo más reciente es la bonificación a la gasolina. En apenas unas semanas ha quedado en nada. Ya ha sido absorbida por nuevas subidas de precios.
Literalmente, y una vez más, todo ha quedado en agua de borrajas, en vez de garantizar una mayor rebaja para los combustibles. Si la cosa va de líquidos el que tampoco se cumple es el Teorema de Arquímedes. Ese que dice que todo cuerpo sumergido en un fluido experimenta un empuje vertical y hacia… Y es que cuando las compañías energéticas presionan, lo hacen mucho más intensamente que nadie para conseguir sus objetivos. Por eso se teme que pueda suceder un poco lo mismo con la excepción ibérica que con la gasolina… ¿podrá contener las facturas de la luz o pueden seguir subiendo? Ahí es, precisamente, donde se encuentra la clave de la medida, tal y como ha contado Jorge Morales de Labra en Fin de semana COPE. En principio el propio mecanismo está pensado para que pase lo que pase con el gas, se mantenga estable.
El acuerdo al límite del precio del gas a 50 euros/MWh traerá estabilidad a las facturas durante los próximos meses. Sin embargo, la eficacia de la excepción ibérica no está garantizada por la falta de competencia en el sector eléctrico.
Más garantías para los consumidores que últimamente no ganan para sustos y eso que la cosa está que echa chispas. Todo porque la situación del gas lejos de estabilizarse podría complicarse aún un poco más. Solo hay que echarles un vistazo a las noticias… intensificación de la guerra en Ucrania; cortes de gas en Polonia y Bulgaria, restricciones de la propia Rusia a sus ex filiales de Alemania; y también con la situación en Finlandia donde les han cortado un poco los plomos. Les han cortado en parte la electricidad. Por eso, hay que tener en cuenta que la medida es un colchón o un bote salvavidas. Más estabilidad. De este modo, sea cual sea la evolución del gas tan solo afectará al 20% de la energía eléctrica del país en lugar de a toda. Ya era hora: ¡por fin buenas noticias para los consumidores!
Además, por partida doble porque hay que pensar en algo más. Los primeros siempre en notar las variaciones son las tarifas a precio variable. Aquellas en las que el precio de la luz cambia en función de las fluctuaciones del mercado mayorista y es la que tienen contratada la mayoría de las empresas. Importante porque es clave para la inflación. A partir de ahora, los bienes que van a producir van a tener un menor coste de energía y eso, tarde o temprano, se notará en los comercios. En cualquier caso, la excepción ibérica no garantiza una protección del 100% frente a nuevas subidas. No, porque el 20% de la electricidad seguirá dependiendo del gas y de la inestabilidad de los mercados, pero el impacto en el recibo será menor. Mucho tendría que disparase el gas para que se vuelva a ver el MWh a más de 700 euros…