Menos impuestos, reducción en los cargos, recorte a los beneficios caídos del cielo, … y la medida que realmente bajará el recibo de la luz será el límite al precio del gas, pero ¿cuánto?
No es un cálculo para nada sencillo. Más que nada porque a esta ecuación le falta aún mucha información. Muchas son las variables que se deben tener en cuenta a la hora de determinar el precio final de la luz y apenas se conoce una. Bueno, en realidad dos. Que el límite del gas en la generación eléctrica se quiere establecer en 30 euros/MWh y que para producir un solo MWh de electricidad se necesitan 1,8 de esta materia prima. Esa es toda la información que se tiene en este momento. Hasta ahí todo bien, pero luego hay que sumarle una serie de costes asociados que tienen este tipo de centrales. De los más significativos son los derechos de emisión de CO2. Es decir, lo que tienen que pagar por contaminar. Hay muchos más y todos van sumando hasta llegar al precio final que se paga en los recibos.
Falta información. Por este motivo, es más complicado de lo que parece dar con la cifra exacta. Aun así, haciendo una estimación sobre el resto de costes, tal y como ha explicado Jorge Morales de Labra en Hora 25 de los negocios de Cadena SER, la rebaja en el recibo medio sería sustancial. Se reduciría casi a la mitad si, además, se le añaden el resto de medidas que se han aprobado esta misma semana en el Consejo de ministros: fiscales, de reducción de cargos… 49% de rebaja así, tal y como suena, que no está nada mal. De este modo si la factura de la luz media está en 140 euros se quedaría en poco más de 70. Por fin, un poco de alivio para las familias. Eso sí, solo para las que hayan mantenido una tarifa variable indexada al mercado mayorista como la oficial.
Rebaja del 49% en los recibos si finalmente el límite al precio del gas queda en 30 euros/MWh, estimando el resto de costes asociados y teniendo en cuenta el resto de medidas aprobadas.
El resto seguirán pagando el precio fijo establecido en su contrato. También para la industria y ahí es donde pueden empezar los problemas. Generaría una ventaja competitiva a las empresas españolas respecto a las del resto de Europa y eso podría no gustar en Bruselas. En realidad, la Comisión Europea no tiene ningún problema en rebajar las facturas en el ámbito doméstico. Eso sí, en el industrial es ya otra historia. Sobre todo, porque incluso con la rebaja del 49% las familias españolas seguirían pagando más que el año pasado o que en 2020. Incluso, los recibos seguirían siendo un 16% mayores que en 2019. Por tanto, se mantendría un incremento en las facturas respecto a lo que se venía pagando años atrás. Aun así la rebaja sigue siendo grande.
Eso si finalmente el límite al precio del gas se establece en 30 euros/MWh. Finalmente podría ser algo mayor, pero ya nunca inferior. Por eso, la propuesta debería haber sido algo inferior. En torno a los 20 euros hubiera sido más adecuado por varias razones. La primera es que ese mismo importe ya figura en la normativa española desde septiembre del año pasado. El que se puso para limitar los beneficios caídos del cielo que al final quedó en nada. Y la segunda, y no menos importante, es que 30 euros, sigue siendo alto. Con impuestos, cargos, y todos los demás costes asociados daría un precio final de 90 euros/MWh cuando la media de la última década es de 45. Por supuesto, más bajo que los 230 euros que se pagaron el mes pasado de media, pero aún quizá elevado. 20 hubiera sido mejor para empezar a negociar.