La cosa está calentita… Baja la temperatura en las relaciones comerciales con Argelia. Todo lo contrario que en el Sáhara, una de las principales fuentes del conflicto, pero ¿cómo afectará esto al gas?
La que se ha liado con Argelia. Estaba ya la cosa complicada, pero siempre puede haber un nuevo giro que dificulta las relaciones un poco más. Afortunadamente da marcha atrás en sus represalias a España que hasta ayer incluía la congelación de operaciones comerciales. En concreto de las domiciliaciones bancarias de todas las operaciones de intercambio exterior. Eso anunció ayer, pero, ante el malestar de la Unión Europea, Argelia ha reaccionado de inmediato y ahora lo niega todo. Lo normal, pero hay que seguir tomándose este asunto con cautela. Bruselas tiene competencias exclusivas sobre política comercial. Lo que significa que la Comisión Europea tiene el poder de, en nombre de todos los países de Europa, imponerle restricciones económicas si al final no rectifica su posición con respecto a España.
Desde subidas de aranceles a determinados productos hasta bloquear todas las transacciones comerciales con Argelia y eso incluye también la energía. Eso sí, después de esta marcha atrás el suministro de gas está garantizado, al menos de momento. Incluso, si decidieran cerrar el grifo se podría salir adelante, pero tendría un coste. Tal y como ha explicado, Jorge Morales de Labra en Cuatro al día Fin de semana, se espera un incremento en el que envían por gaseoducto. Y es que Argelia ya ha pasado de suministrar casi la mitad del que se consume en España a tan solo el 25%. Todo, precisamente, tras estas tensiones y tras el cierre de otra de las infraestructuras que lo traían. Estados Unidos es el gran beneficiado. Ya es el principal suministrador de esta materia prima. Desde allí llega el 35%, pero lo hace por barco y es más caro.
La Unión Europea es el principal socio comercial de Argelia y representa algo más de la mitad de todos los intercambios comerciales de este país tanto en importaciones como en exportaciones.
Así, si el 25% del gas cuesta como mínimo el doble de caro al final pasará factura en la luz. No es tan sencillo porque esto tampoco es del todo cierto. En cualquier caso, no se cree que lo vayan a subir tanto hasta el punto de que España deje de comprarles. El límite en la práctica es el precio internacional. Sin embargo, por los registros de aduanas se sabe que lo que cuesta ahora, con el contrato vigente, es notablemente más barato que el del mercado. Por tanto, tienen aún mucho margen para la subida. Sí, parte del gas será más caro, pero habrá para todos. El suministro no corre ningún peligro porque los almacenes ya están llenos al 80%. Normalmente este es el nivel que deberían tener en noviembre antes de la llegada del frío. Se han hecho los deberes antes de poner la calefacción.
Además, se espera que llegue con regularidad durante el invierno. Eso sí, lo que no se sabe es a qué precio. Por eso, hoy por hoy, ante las necesidades energéticas de España algunos solo ven viable la aplicación de medidas intervencionistas para contenerlo: bajada de impuestos, reducción de cargos y peajes, … porque son iniciativas de efecto inmediato, aunque después se acaben pagando. Tampoco hay que olvidar que también hay más margen para ajustarlo en los milmillonarios beneficios de las empresas gasistas y petroleras. Ahí es donde se debe actuar para ajustar los efectos de la crisis y que al final no lo acaben pagando los de siempre. En lo que todo el mundo coincide es en que a largo plazo hay que insistir en la necesidad de incrementar y acelerar la implantación de renovables. Más autonomía para reducir la dependencia de terceros países.
